Bangkok – Tanah Rata, o las 30 horas de viaje

Mis últimos momentos en Bangkok han transcurrido en la estación de Hualamphong, a la espera del tren que ahora me está llevando a un pueblo del sur llamado Hat Yai, donde enlazaré con otro medio de transporte que me introduzca en la selva de Malasia. En la estación me he dado una ducha. No había podido esta mañana porque tuve que salir por patas al aeropuerto a recoger la maleta extraviada por Ryanair, que ha llegado dos días después que yo gracias a la brasa que -entre mi madre desde Madrid y yo desde Roma, El Cairo y Bangkok- he dado a la compañía.

Estación de Hualamphong, en Bangkok.

El caso es que cuando he visto que por 20 baht (unos 50 céntimos) podía darme un remojón, no lo he pensado. Lo he hecho, pero me ha dado mucho asco porque el sitio estaba llenito de moscas. He decidido ponerme a contarlas mientras me lavaba  el pelo para quitar hierro al asunto. Cuando he acabado llevaba unas 230, y me quedaba una pared entera. Pero he sobrevivido.

Señor monje budista en una cafetería.

Ahora estoy en un tren litera con muchas comodidades. Es muy antiguo pero está bien acondicionado, con sábanas limpias, camas anchas (la mía está abajo por lo que tiene ventana), un baño con mucho papel higiénico, cafetería y un montón de thais que se pasean por los vagones ofreciéndote desde cerveza hasta sopa. Cada vez que paramos en una estación, se suben unos cuantos con su mercancía y la van ofreciendo por todos los vagones. Y luego se bajan antes de que el tren reanude la marcha.

Señorita vendiendo comida caliente en el vagón del tren.

Mi sorpresa ha sido mayúscula cuando he comprobado que la baza es un agujero en el vagón, ni más ni menos. Mientras haces pis, ves pasar las vías entre tus piernas. Muy rústico y encantador…

Ahora me esperan más de 16 horas de viaje, pero después tendré que coger más medios de transporte para seguir bajando por la península malaya hasta el diminuto pueblo de Tanah Rata, base para explorar las Cameron Highlands.

Paisaje desde el tren, en algún punto de Tailandia.

Actualización

Son las once de la noche  y, tras 30 horas de interminable camino, estoy en  Tanah Rata. Menuda odisea. Cuando llegué a Hat Yai, a las siete de la mañana de hoy, me encontré con que solamente podía llegar por vía directa hasta Ipoh. Éste es un pueblo un poco más grande desde donde se pueden coger autobuses y taxis para las Cameron Highlands. Tenía dos opciones: tren o bus. El primero era más barato, pero salía a las cuatro de la tarde, y no tenía ninguna intención de perder el día en un pueblo feo y perdido de Tailandia. El autobús era unos 5 euros más caro pero salía inmediatamente. Ha sido una buena jugada porque las casi 8 horas de viaje he ido en un asiento enorme, totalmente reclinable y con aire acondicionado. Lo más pesado ha sido cruzar la frontera entre Tailandia y Malasia. He tenido que bajarme del bus dos veces, una para sellar el pasaporte con la salida de un país y dos kilómetros más adelante otra vez para poder sellar la entrada en el siguiente.

Hat Yai. Y un señor subido en una moto que arrastraba un carro de fruta.

Total, que a eso de las seis de la tarde me han dejado en Ipoh, y aquí ha sido donde he sufrido el primer “robo” del siglo. Porque yo sabía que los autobuses locales suben a Tanah Ratah por 10 ringgit, que son dos euros y medio. Pero el tío del bus me ha dejado en una agencia donde me cobraban 20 ringgit, es decir, el doble.Me he negado al principio , pero me han dicho varias personas de por allí que el último bus local había partido ya. No sabía si era cierto o no, así que, ante la disyuntiva, no he tenido más remedio que dejarme timar, porque la opción era arriesgarse y perder una noche en ese pueblo de mala muerte.

Bonito atardecer malayo-tailandés.

Así, otras dos horas y media en otro autobús “VIP” y al fin he llegado a las Cameron. Eran las nueve de la noche y no tenía donde dormir. Por suerte, a la primera no, pero a la segunda he encontrado un albergue de mochileros por la mitad de dinero de lo que esperaba gastar. Y es realmente económico: estoy metida en un habitáculo que sólo tiene un colchón grande por tan sólo 10 ringgit al día, es decir, que estoy durmiendo por 2,5 euros. ¡Tremendo! En realidad el sitio es una porquería, pero tras lo que he gastado de más en los días previos en Bangkok, no queda más remedio que ahorrar.

Mañana comienzo  a explorar un poquito Cameron Highlands, ya os contaré el por qué de mi interés en llegar hasta aquí.

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