¡Me pilló el Songkran en Chiang Mai!

Un elefante decorado por el Songkran (cc) James Antrobus

Vuelvo a la carga desde Chiang Mai, Tailandia, una nueva ciudad y un país que visito por segunda vez con intención de conocer mejor.

Antes de nada, tengo que decir que este no va a ser un post al uso dado que no tengo fotos. La razón es que he llegado a esta ciudad en pleno Songkran o año nuevo tailandés, en el que se celebra la llegada del año 2.554 lanzando agua a todo lo que se mueve. No tengo intención de destrozar mi cámara, así que, ante la diatriba: unirse a la fiesta versus proteger la cámara precariamente y salir a intentar no mojarme… opté por la primera opción tras pensarlo largamente (unos treinta segundos).

Me da mucha pena no tener fotos de todo lo que he visto y vivido. En estos dos días, no ha habido un momento en que no se me ocurriera una fotaza aquí o allí, pero por otra parte me alegro de haber aparcado el “trabajo”  para poder empaparme –nunca mejor dicho- de esta espectacular fiesta, la más bizarra que me he encontrado en lo que llevo de viaje… y casi en toda mi vida.

Transportando cubos por la ciudad. / (CC) Ol’Pete

Y ahora lo cuento: llegué a Chiang Mai de noche después de un interminable viaje de doce horas desde Luang Namtha. Como curiosidad del trayecto, cabe destacar la frontera tailandesa-laosiana. Ambos países se encuentran separados por una delimitación natural: el caudaloso río Mekong, el cual se cruza en barco de popa larga en cuestión de cinco minutos. Me llamó mucho la atención que no exista a estas alturas un puente para cruzar, y que la única manera de salir de un país y entrar en el otro sea gracias a estas barquitas, que son más bien tres maderos mal puestos. Muy exótico, pero nada práctico, y menos cuando cargas con abultadas mochilas y tienes que hacer equilibrios en un bote de medio metro de ancho.

Avería imposible de arreglar. / © Lola Hierro.

También sufrí una avería del coche que llevaba los equipajes de los que íbamos en el autobús, que nos obligó a detener nuestra peculiar caravana en medio de un camino de cabras durante casi una hora. Calma laosiana… Suena raro esto, pero es así: se subió una tribu entera en el vehículo y a duras penas cabíamos. Solución: coche de apoyo para los bultos.

La familia que se nos metió al bus, casi doblando su capacidad. / © Lola Hierro.

En fin, que llegué a Chiang Mai de noche e ignorando la que había montada. La ciudad estaba como Albacete durante la feria, es decir, a tope: música a todo trapo, cientos de puestos callejeros, lucecitas de colores por todas partes y mucha, muchísima gente de fiesta.

Songkran significa en sánscrito ‘pasar a’ y celebra el paso del sol de Piscis a Aries, momento en que comienza el año nuevo solar y comienza la época húmeda. Durante esta festividad, que este año dura del 7 al 19 de abril, los tailandeses se dedican a limpiar y decorar sus templos, se multiplican las ofrendas a los monjes  y los rituales en los que se unge a las estatuas de Buda con agua perfumada, y a los ancianos en las manos, pues es una señal de respeto.

Plena fiesta en Chiang Mai. / (CC) John Shedrick

Al día siguiente fue cuando me di de bruces con la realidad: la ciudad es un caos absoluto. Desde bien temprano, la gente se dedica a salir a la calle armada con cubos y pistolas de agua con el único fin de remojar al vecino hasta que le salga el líquido elemento por las orejas. Yo quería hacer fotos, documentar esta fiesta y luego contarlo en el blog con todo lujo de detalles, pero en seguida me rendí a la evidencia, así que me puse la ropa más cochambre que tengo, me compré un cubo de plástico, y me dejé llevar por la hecatombe. ¡Qué remedio!

¡Agua va! / (CC) John Shedrick.

Lo que ví ha sido una auténtica pasada, y estoy por montar una campaña de publicidad para importar esta tradición a España. La gente sale a la calle en manada, y al ritmo de la música y de los grupos que tocan en directo en los escenarios, se dedican a coger agua del río, o agua de unos bidones enormes que se ponen por toda partes, y tirarla a los que pasan. Pero es que estoy hablando de miles de personas: en las aceras, dentro del río, desde los coches, desde las motos, desde los balcones… nadie se libra de ser jarreado o alcanzado por alguna de las cientos de armas acuáticas de destrucción masiva. Y es que esa es otra: no sabía que se había innovado tanto en el diseño de las pistolas de agua: metralletas de agua, pistolas con depósito en forma de mochila, otras con paraguas incorporado, otras tipo lanzallamas… indescriptible.

Monjes y budas también reciben agua. / (CC) Ol ‘ Pete

Así, me he pasado dos días en la orilla del río, recogiendo agua y tirándola al  primero que se ponía delante. Las calles han contenido auténticas mareas de gente, pero no ha habido altercados que yo sepa, ya que aquí se sigue una estricta política de “no alcohol”, y si te pillan con una birra la multa puede ser antológica, así que nada, a tope sin drogas.

Los monjes no se cortan.. (CC) Jaap Groenendijk

Yo, como española cabrona que soy, me he inventado un juego con una chica catalana que encontré y cuyo nombre, la verdad, se me ha olvidado: a ver quien conseguía quitar más gafas y sombreros a base de cubazos de agua. Nadie se imagina las risas que nos hemos echado a costa de la pobre gente que de repente se comía un litro de agua en toda la cara mientras su sombrero se iba a tomar viento fresco, jejeje.

No puedo contar mucho más salvo que los ratos que no he estado tirando agua, he estado comiendo en los millones de puestos callejeros que se montan. Me estoy poniendo como una verdadera chon porque todo es muy barato y está riquísimo. Hoy que ha acabado ya Sonkran, voy a salir con la cámara y en un próximo post contaré detalles de Chiang Mai más allá de la fiesta y el desparrame. Saludos pasados por agua.

Hasta los elefantes están en el ajo. / (CC) James Antrobus

PD: En el momento de publicar este blog, me entero por un periódico local en inglés, que durante las fiestas, 299 personas fueron asesinadas en diversos puntos del país y 3178 heridas. Y lo que es mejor: que en Bangkok, donde más desmadre hay, un tipo le cortó los dos brazos a otro con una espada. Normal que prohíban el alcohol… Junto a esta noticia leo que han detenido a Nicholas Cage por estar borracho enfrente de su casa. Pero eso ya me queda muy lejano. ¡Te quiero, Nicholas! ¡Menos mal que no estabas en Tailandia!

Mamá, Laos me ha tratado bien.

Mamá, Laos me ha tratado bien.

 

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