Me gusta viajar por carretera. Prefiero un autobús a un avión, incluso a un tren. Si vas por aire, ganas los accidentes geográficos, los conos de los volcanes, la extensión del mar y el curso de los ríos, pero te pierdes a los niños yendo a la escuela, a los hombres y mujeres que van y vienen de un lado a otro, a los animales que se cruzan en tu camino, a los que venden cosas al pie de la vía… Te pierdes ver la vida pasar.
En cada país que he visitado hay un nombre específico para cada tipo de transporte. En Indonesia cogía los bemos, en India, los rickshaw, en Marruecos, los petit taxi, en Etiopía, los minibuses. En Kenia, se llaman matatus y este nombre es el único que los distingue de los vehículos de otros países. Eso y su arte. Aquí están pintados de maneras muy llamativas que incluyen mensajes de toda clase, dibujos y colores.
¿QUIERES LEER EL RESTO DE ESTE RELATO?
Lo puedes encontrar completo en mi primer libro: El tiempo detenido y otras historias de África.
A partir del 16 de mayo de 2018 estará a la venta en librerías tradicionales y online.