Crónicas de periolistas, cap III: El Parlamento está roto

Hoy ha sido nuestro sábado, el único día en que no hemos hecho nada para nuestro reportaje. La razón es que teníamos un compromiso ineludible: la visita al Parlamento europeo. Mi escuela ha sido invitada por Emilio Menéndez, eurodiputado socialista.

Wonen & bouwen afotando en uno de los ascensores del Parlamento.

La idea era visitar el hemiciclo, pero no hemos podido porque han encontrado unas grietas y hasta que no lo arreglen está prohibido el acceso al recinto. “Hay grietas en el Parlamento, como en la Unión Europea”, bromeaba Emilio. Dicen que a falta de pan, buenas son tortas, así que nuestra visita se ha convertido en una excursión de lo más bizarra por las instalaciones del Parlamento. No sé cómo describirla en su conjunto, así que me limito a adjuntar algunas imágenes de lo que más me ha llamado la atención.

Parlamento facts #1: muchachas multiétnicas buscando folletos en su idioma.

Parlamento facts #2: Camareros manteleando en medio de un pasillo.

Nada más llegar nos han metido en una sala donde un señor muy amable cuyo nombre no recuerdo nos ha explicado de forma muy sencilla cómo funcionan los diferentes organismos de la Unión, cómo se organizan los grupos parlamentarios y todas esas cosas que ya sabemos pero que no viene mal recordar. Ha sido muy explícito: “El 93% de la población mundial no vive en la UE, pero su comercio con el resto del mundo representa aproximadamente un 20% de las importaciones y exportaciones. Su PIB es mayor que el de EEUU”.

Llegamos al Parlamento.

Van y vienen. Un lugar tan importante y que a mi me importa tan poco.

Parlamento facts #3: Vistas desde las dependencias de los eurodiputados socialistas españoles.

Mientras este señor nos daba su charla, ha venido otra eurodiputada, María Irigoyen, también socialista. No recuerdo muy bien a santo de qué ha empezado a hablar, (creo que empezó dándonos el pésame por los despidos en EL PAÍS), pero lo ha hecho largo y tendido. Ha tocado la mala gestión de Ana Botella con el Madrid Arena, lo mal que va la sanidad madrileña y ha criticado que en Madrid tengamos un presidente de la Comunidad y una alcaldesa que no han sido elegidos por los ciudadanos…  El caso es que puede tener toda la  razón, pero yo –y mis compañeros creo que también- íbamos con ganas de hablar de asuntos importantes de Europa, de la Unión, de su futuro, de sus problemas… no sé, íbamos con miras más altas, y nos hemos ido adentrando, sin saber muy bien cómo, en la típica verborrea política de echar la culpa de todo al otro partido.  No me gustan los políticos, me da la sensación de que nos toman por idiotas constantemente.

Eurodiputados Irigoyen y Menéndez motivadísimos en pleno mitin.

Parlamento facts #4: Ventanilla única para diputados.

Emilio ha intervenido algo en la charla, pero menos. Es un hombre extremadamente amable y jovial, un hombre de los que sonríe todo el tiempo y te da buen rollo, y le tengo que reconocer que se ha esforzado mucho en hacernos la visita lo más interesante posible pese a no poder hacer el plan previsto. Por eso hemos hecho la otra excursión, y hemos ido  por un montón de pasillos, plantas y dependencias varias que a mi me parecían todas igual de grises e impersonales. Me ha hecho gracia encontrarme con una especie de plató de televisión donde había muchos periodistas hablando a la cámara, otros haciendo fotos… Ha sido lo más curioso de todo.  Emilio, con toda su buena intención, nos ha enseñado hasta su despacho personal y sus fotos de familia y momentos importantes, y nos ha contado anécdotas interesantes de su vida como político. Se le agradece la buena intención y la cercanía. Y a María Irigoyen también, pese a lo desafortunado de su discurso.

Emilio Menéndez enseñando sus greatest hits fotográficos. ¡Qué majete!

Parlamento facts #5: Un periodista retransmitiendo para su tele, con telepronter y todo.

Parlamento facts #5: Esculturas rarunas, pasarelas modernosas…

El resto del día ha sido para descansar un poco y divertirnos con nuestros compañeros, que a fin de cuentas, Wonen y yo llevamos todo el viaje durmiendo 4 horas diarias de media. A la hora del almuerzo hemos ido a un restaurante llamado La Maison du Luxembourg donde teníamos una reserva para almorzar con nuestro anfitrión. Era una comida obligatoria dentro de la visita, y nos costaba 40 euros por cabeza. Por ese precio yo pensaba que nos iban a dar de comer hasta reventar, y por eso, hasta le dije a Wonen en el desayuno: “no nos hinchemos demasiado, que hay que hacer sitio para el almuerzo”. Pero nada más lejos de la realidad. Como un compi de clase vasco ha dicho: nos han dado dos pinchos. Tal cual. Este ha sido el típico restaurante donde cuanto más grande es el plato, más pequeño es lo que va dentro. Nos hemos quedado todos silbando, como quien dice, ni siquiera nos han dado más de una copa de vino, había que pagar aparte si querías más. Otro compañero paraguayo se lamentaba: “Con 40 euros me podría haber comido 423 kebabs por lo menos”.

Primer plato: Algo con salmón, hojaldre y verduritas.

Segundo plato: otro pescado con más verdurias y las pelotillas de la sopa maravilla por debajo.

Postre: Una crema con sabor a melocotón. No levantaba ni medio dedo del fondo 🙁

Después de todas estas cosas obligatorias, unos cuantos han puesto rumbo a los puestos de comida en busca de gofres, perritos, o cualquier comestible contundente, y otros nos hemos ido a la cervecería Delirium Café, junto a la Grande Place. Por el camino, que ha sido a pie, he tenido tiempo para mirar y admirar algunos rincones interesantes de Bruselas. Hacía más de tres años que no visitaba la ciudad, y me ha gustado volver. En ocasiones he pasado por sitios donde ya había estado antes, y me ha invadido una sensación extraña, como un déjà vu o algo parecido… Era como si yo volviera a ser la chica de hace tres años, con los mismos sentimientos que entonces. Y anda que no he cambiado desde esa época…

Lugares de Bruselas.

Cerca de la Grande Place, la estación central, el museo de Magritte…

Casas bruselenses.

Galerías St. Hubert en plan navideño. Y unos turistas callejeando.

Tras un pateo de una media hora, hemos llegado a la Delirium, y allí he tenido la oportunidad de comprobar el extraño sabor de la cerveza de chocolate y lo rápido que suben las de 11 grados.

El Delirium Tremens y una cerveza Kastell. Muy peligrosa.

Eran solo las seis de la tarde y el ambiente era de sábado a las once de la noche. Lo hemos pasado muy bien allí dentro, ha corrido el zumo de cebada, la alegría y el disparate. Y hasta aquí puedo leer. Después de todo, ha sido uno de los días más divertidos para mí de los últimos meses.

Un espontáneo que se quiso hacer una foto conmigo. ¡Viva la fiesta!

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