Kyleakin y Eilean Donan – en los confines del mundo

11.00

Cuanto más te adentras, más escarpadas son las montañas, los munro que se llaman en Escocia. No puedo ni escribir desde este autobús porque cada dos por tres tengo que hacer una foto. El camino en autobús de Inverness a Kyleakin (Isla de Skye) es espectacular. Si lo recorres por la mañana, encuentras un Lago Ness cubierto por la bruma y después las verdísimas montañas de las higlands, las tierras altas escocesas. El azul del cielo y el verde de los pastos. No hay más. Solo algunas pinceladas amarillas y marrones si es otoño, como ahora. De vez en cuando se dejan ver algunos lagos, todos más pequeños pero más bonitos que el Ness, riachuelos que se retuercen por las faldas de las montañas buscando una escapatoria al mar… El sol brilla y casi no hay nubes; vuelvo a tener suerte. ¿Cómo puede vivir la gente tan pancha teniendo estos paisajes frente a sus casas? ¿Son conscientes de su suerte?

A través de la ventana de mi autobús se ve esto. ©Lola Hierro

Me aproximo a Skye, mi siguiente destino, que es la isla de mayor tamaño del archipiélago de las Hébridas Interiores. Hemos pasado un pueblecito en medio la nada; los paneles informativos de la carretera no hablan de distancias pero sí de destinos con sus nombres en inglés y gaélico. Entrañable.

Brumas sobre el lago Ness. ©Lola Hierro

Hoy he tomado el peor desayuno ever (cómo extraño los de Marruecos) pero ha sido por mi culpa. Podía haber aceptado el más que decente desayuno que ofrecían en el hostal por dos libras, pero no. Yo quería salir pitando a la estación de autobuses y, si acaso, tomar algo caliente en alguna cafetería cercana. Mal. He salido con hora y media de antelación para ir a solo 15 minutos del hostal. Al ser domingo, me he encontrado con todo cerrado, incluso la propia estación. Me he sentado en un banco de la calle a esperar y, al principio, bien, pero con el pelo mojado como lo llevo ahora, he empezado a tener demasiado frío. A lo lejos he visto una tienda de chucherías y periódicos a la que he ido para buscar algo caliente que tomar. He comprado algo que, según el tendero, era chocolate caliente: un vaso con polvos a los que había que añadir agua hirviendo. Guarrada extrema, si, pero estaba tan congelada que me lo he bebido del tirón acompañándolo de una magdalena.

Entre el continente y la isla, sobre el puente que une ambos. ©Lola Hierro

Kyleakin. Al fondo, el puente de la discordia. ©Lola Hierro

12.15

Ya estoy en el súper acogedor hostalito de Kyleakin, el Skye Backpackers, un lugar en el que me retiraría a vivir la vejez tan a gusto. Hace frío pero el sol sigue en primer tiempo de saludo, bañando este pequeño rincón del mundo. Frente al mar, Kyleakin solo tiene un puertito con algunos barcos pesqueros y cuatro casas. Es perfecto para un domingo de relax. Hasta 2004, el pueblo tenía mucha más importancia ya que era el principal punto de entrada y salida de barcos que se movían entre la isla y la tierra firme, es decir, Gran Bretaña. Pero en ese año se inauguró un puente que ahora une ambos territorios y por el que cruzan todos los coches y camiones con mercancías y pasajeros, por lo que la actividad en Kyleakin decayó mucho, no sin las protestas de sus habitantes.

La bahía de Kyleakin. ©Lola Hierro

El hostal, por otra parte, me encanta por sus detalles: toda la información que tienen colgando por las paredes, el poema pintado en la pared del baño, el té y el café gratis, el mural de la vaca con flequillo que asoma por la cocina, los colores, las piedras pintadas, el cuaderno lleno de recetas de cocina que han aportado los viajeros que han pasado por aquí antes que yo… ¡todo!

Kyleakin. Un pueblito encantador. ©Lola Hierro

14.45

No me puedo marchar de Escocia sin haber probado unos fish’n chips o, lo que es lo mismo, el tradicional pescado con patatas fritas. Y lo voy a hacer en el Harry’s Café de Kyleakin, frente a las marismas y con un sol que calienta como en un día de verano. Tanto que hay un grupo de adolescentes pegándose un chapuzón. Antes, he caminado por un recóndito sendero que me ha conducido hasta la cima de una mini montaña sobre el mar donde aún existe una torre en ruinas que perteneció a una fortaleza llamada Castle Moil. Se cuenta que perteneció a una princesa noruega conocida como Saucy Mary, que colocó una cadena entre el continente y el castillo para impedir el paso por el estrecho canal de los barcos que no le pagaran un peaje. La leyenda cuenta que sus restos descansan en algún punto de las montañas circundantes, pero otros lugareños afirman que fue enterrada en la localidad de Broadford, fuera de la isla.

Fish’n chips en plan bien. ©Lola Hierro

Castle Moil. ©Lola Hierro

Con la marea baja. ©Lola Hierro

Esto es lo que queda del castillo de Saucy Mary. ©Lola Hierro

El caminito por el que se llega a las ruinas es una preciosidad, pero solo puede recorrerse cuando la marea está baja. Pasa por una playa escondida donde reposan dos viejos barcos de pesca. Es fácil llegar a la cima siempre y cuando el mar permita el acceso, se lleven buenas botas de montaña y se tenga maña para dar con el sendero, que está muy escondido. Las vistas desde la cima merecen la pena: se ve todo Kyleakin y, al otro lado del mar, el pueblo de Kyle of Lochals.

Vistas desde lo alto de Castle Moil. ©Lola Hierro

19.09

¡Nunca había sentido tanto alivio y alegría a la vez! Tengo ganas de reír a carcajadas y me está costando aguantarme, no quiero que los pasajeros del autobús en el que me encuentro piensen que estoy loca. Porque sí, voy en un bus, el bendito bus que me ha recogido en el castillo de Eilean Donan cuando ya pensaba que lo había perdido y que tendría que esperar una hora y media en la carretera muerta del asco. Yo estaba segura de que pasaba a las 19.20, y cuando he llegado a la parada, he comprobado con horror que pasaba a las 19.02. ¡No! He querido morirme. Ya estaba pensando si hacer autoestop o fotos nocturnas del castillo de Eilean, o colarme dentro (más fácil que en el de Urquhart) para pasar el rato, cuando ha aparecido doblando una curva. ¡Gracias, dioses!

Al final, me he pasado dos horas y media en el castillo de Eilean Donan fotografiándolo desde todos los ángulos posibles. Dicen que es la fortaleza más bonita y romántica de Escocia, y aunque yo no he visto todas ni por asomo, pondría la mano en el fuego a que es cierto. Fue construido en el siglo XIII y desde entonces ha sido protagonista de numerosas invasiones por parte de los ejércitos británicos y escoceses. Hasta un destacamento de 46 españoles lo tomó una vez, en el año 1719, pero les duró poco porque los ingles lo recuperaron rápidamente, aunque la fortaleza acabó hecha ruinas. En 1911 un noble inglés decidió devolverle su antiguo esplendor acometiendo una restauración que finalizó en 1932. Desde entonces se han rodado muchas películas en este paradisiaco escenario. La más conocida, la de Los Inmortales.

Aviso: a partir de aquí, me he quedado sola subiendo fotos de Eilean Donan. ©Lola Hierro

Tarde frente al castillo. ©Lola Hierro

Eilean Donan desde el otro lado. ©Lola Hierro

Un atardecer desde el puente del castillo. ©Lola Hierro

Dentro de Eilean Donan. ©Lola Hierro

Al principio, la luz estaba demasiado alta y las fotos eran una mierda, así que he decidido quedarme más tiempo merodeándolo hasta que el sol bajara un poco. Y vaya sí ha bajado, claro. He presenciado un atardecer increíble sobre las aguas del lago Duich y las fotos han mejorado una barbaridad. ¡Qué bonito es este castillo y el sitio donde lo construyeron! Me he divertido como una enana correteando por la orilla del lago, buscando la foto perfecta. Además, de este castillo sí se puede disfrutar sin pagar la entrada. Merece mucho más la pena lo que se ve desde fuera que desde el interior, me parece a mi.

De cerca. ©Lola Hierro

El castillo a última hora de la tarde. ©Lola Hierro

Con otra luz. ©Lola Hierro

Atardecer sobre el lago Duich. ©Lola Hierro

La cruz a los caídos. ©Lola Hierro

Mi último ratito en Kyleakin, antes de partir hacia Portree, capital de la isla, lo he dedicado a visitar la cruz a los caídos en la I y II Guerra Mundial. Con esta ya son dos o tres las que veo, aquí están por todas partes.

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4 respuestas a «Kyleakin y Eilean Donan – en los confines del mundo»

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