Gafapasteando en Ubud – Parte II: café de excremento

Tras un sueño muy reparador en una cama más cómoda de lo normal, hoy me propuse descubrir los alrededores de Ubud y para ello volví a contratar una excursión con chófer. No es lo más barato, pero la otra manera de hacerlo es alquilando una moto y yo no tengo carnet, así que me tocó pagar. Aún así han sido unos 10 euros por una excursión de un día entero.

Recogimiento en el templo de Goa Gajah.

Mujeres en el templo de Pura Besakih.

Gracias a esta decisión he podido visitar lugares increíbles como el templo de Pura Besakih. Este es el más importante de Bali. A mil metros de altura, sobre la ladera del Gunung Agung, el volcán más grande y activo de la isla, se encuentra este complejo de dimensiones hercúleas de 23 templos. La visita ha resultado espectacular, primero por el tamaño de la construcción, que es verdaderamente imponente, y segundo porque tuve la suerte de encontrar una ceremonia en el interior del mismo, con cientos de personas siguiéndola, todas ellas vestidas al modo balinés, con las florecitas en las manos y en la cabeza, arrodillándose al mismo tiempo…. Ha sido una pasada.

Los dioses en Pura Besakih.

Como ir a misa, pero a la balinesa.

Lástima que el templo sea también el hogar de muchos cazaturistas que me han intentado amargar la fiesta sin conseguirlo. Te abordan constantemente tipos que dicen ser empleados del templo avisándote de que sólo se puede entrar con un guía, al que hay que pagar, claro. Yo me he negado todas las veces y en una ocasión me han llegado a cortar el paso. Pero ya iba advertida por el chofer: nos son más que estafadores, así que me he dado media vuelta y he subido a ver la ceremonia por un lateral del templo, bajando luego por la escalera principal para que me vieran bien los supuestos guías… Al final he tenido que dejarlo precipitadamente porque empezó a llover como sólo llueve en estas tierras.

Momento de rezo en Pura Besakih.

Distracción.

No se ven, pero había cientos de personas.

Niño aburridísimo. Lo del arroz es típico, como aquí lo del miércoles de ceniza, supongo.

Se vende y se compra de todo.

Otro sitio encantador es la Goa Gajah o Cueva del Elefante. La entrada parece de una atracción de Port Aventura: una enorme figura fantástica tallada en la roca con la boca abierta a modo de acceso. Dentro no hay mucho: un elefante, Ganesha, supongo, que en teoría es muy sagrado. Pero justo al lado hay unas fuentes y una poza en ruinas que son muy bonitas. Este lugar fue descubierto en 1920 y se cree que sirvió de ermita budista.

Entrada a Goa Gajah.

El súper dios… era enano.

De hecho, parece un lugar muy indicado para meditar porque, a pesar de los turistas –tampoco había muchos- reina una gran paz. Hay unas escaleras que te llevan a un nivel inferior donde encuentras un pedazo de jungla encantador con cascadas, grandes rocas tiradas en medio del agua (ruinas de algo, supongo) estanques de nenúfares… hasta he visto a tres personas haciendo Tai Chi. Pero lo más espeluznante ha sido un casual encuentro con un señor lleno de tatuajes que tenía una serpiente, y por un euro te dejaba colgártela del pescuezo. Ni que decir tiene que he pasado del tema…

El tipo de la serpiente.

Tai Chi en el Spring Temple.

Raíces.

También he visitado el templo de la primavera o Spring Temple. De este destacan unas fuentes sagradas en las que la gente se baña con ropa y todo. He visto a varias familias con los niños, ha sido una imagen preciosa, y también he encontrado otra pequeña ceremonia o ritual en uno de los templos y hasta a unos músicos en otro templete tocando con instrumentos tradicionales.

Los músicos del Spring Temple.

El de la típica flauta de encantar serpientes.

Me han hecho muchísima gracia unos niños que, lejos de interesarse por la ceremonia, se habían escaqueado para conteplar a los turistas a través de las rejas que separaban su templo familiar de las zonas comunes.

Hora del baño en el Spring Temple.

Agua purificadora.

Los niños curiosos.

Las otras visitas de la excursión han sido a un lugar para conocer los famosos arrozales en terraza, que no pude admirar mucho ya que las vistas eran desde un restaurante  para turistas al que nos llevó el chofer a comer (la comisión, que no se olvide…) Como a los siete que íbamos en el mismo tour nos pareció caro, el chófer se mosqueó un poco y nos fuimos volando de allí, así que sólo hemos podido contemplar un ratito las imposibles cascadas verdes que son las plantaciones de arroz. También hemos ido a un mirador desde donde se ve el lago y el volcán Baktur, muy bonito pero más de lo mismo: ha sido una vista de diez minutos sin posibilidad de explorar la zona.

Arrozales en terraza.

Otro sitio de no demasiado interés pero que venía incluido fue una plantación de café, cacao y otros frutos. Aquí el chófer ha ejercido de guía enseñándonos diversas plantas: canela, café, cacao, gengibre, té… Y nos ha enseñado a las comadrejas que tienen en jaulas para hacer café. Sí sí, como se lee. Y es que en Bali hay un café muy famoso y muy caro que se hace con excrementos de este animal. Por lo visto se alimenta de las semillas, que se recogen una vez las ha expulsado, tras haber sufrido el proceso químico en su estómago. Estos se pasan por la sartén, como con cualquier otro café, y ya están listos para tomar. Al parecer, el sabor de lo que sale de ahí es parecido al caramelo, pero no lo he comprobado.. Lo que sí vi es que lo que el bicho caga es muy parecido a barritas de muesli. Delicioso…

Café recién tostado.

Degustación de cafés e infusiones.

Aquí sí. Haciendo café de caca.

La última visita del día ha sido al antiguo palacio de justicia  o Kertha Gosa de la ciudad de Klungkung. Pertenece a la dinastía Dewa Agung  y resulta interesante para los aficionados a la arquitectura. La entrada cuesta doce mil rupias pero me he colado sin pagar, y nadie ha dicho nada, salvo las vendedoras de sarong que, una vez más, me han acosado sin tregua para que les compre algo.

Kertha Gosa. Viejuno e imponente.

Abuelillas vendiendo sarong.

esto es todo lo que he hecho en Ubud, mi ultimo destino en Bali e Indonesia. Desde aquí, me marcho a Singapur en avión, desde donde cogeré otro para plantarme en Vietnam, mi próximo país a conquistar. Me voy con la economía muy resentida, porque todo lo que ahorre en Sumatra lo he gastado en Bali y las Gili, donde a veces te sientes como en un parque temático para turistas pero que no por ello son lugares menos bonitos o genuinos. Ahora me despido. Próxima conexión: ¡Singapur!

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