Entre los niños con prótesis de Gervasio y los tules de Testino

He ido a visitar dos exposiciones en Madrid. Una, la del mito viviente Mario Testino, Todo o nada, en el Museo Thyssen. Desde el punto de vista estético, compositivo, técnico, creativo… es la bomba. No en balde este fotógrafo peruano es uno de los más reconocidos en fotografía de moda. Kate Moss es su musa, sobre todo desde que la anterior, la princesa Diana de Gales, dejara este mundo. Ha inmortalizado a todas las súper modelos de las últimas dos o tres décadas y a familias reales al completo, ha recibido un sinfín de premios y reconocimientos, y encima el tipo es solidario y ha promovido muchas acciones de ayuda y cooperación. Hoy he visto su fotografía en grande y me han sorprendido la belleza de las modelos, lo original y glamuroso de los vestidos, lo cuidado de la iluminación, lo revolucionario de la composición, lo inverosímil de los atrezzos… no está nada mal, pero no es suficiente. Porque fuera de estas cosas, he estado mirando y remirando unas fotos que dicen mucho a nivel estético y que me parecen grandiosas cuanto más se alejan de la realidad para aproximarse al producto de la imaginación de este hombre. Pero no es lo que voy buscando últimamente en fotografía.

Kate Winslet por Mario Testino.

En yuxtaposición, una segunda experiencia: la exposición llamada La alargada sombra de los muros, de Walter Astrada, Javier Bauluz, Gervasio Sánchez y Juan Medina. Dicen ellos que pocos símbolos humillan y rebajan tanto la condición humana como los muros. Ellos han visto muros físicos y psicológicos por todo el mundo: las amputaciones de miembros en Sierra Leona, los niños de la basura en Guatemala, el maltrato físico a la mujer en India o los viajes en patera que acaban en muerte en el Estrecho de Gibraltar. Son todos casos muy dramáticos documentados con fotografías sencillas pero de una carga emocional tremenda, de esas que te hacen quedarte con los pies como atornillados en el piso contemplando la imagen sin saber ni qué cara poner, con mil pensamientos por segundo pasando por tu cerebro, desde lo caótico y asqueroso que es el mundo hasta la envidia que te dan estos fotoperiodistas que van por el mundo rescatando historias olvidadas y jugándose la vida porque de verdad aman lo que hacen y porque creen en ello.

Lara Stone para Vogue en 2007. Por Mario Testino.

Pues bien, con mis miles de pensamientos estaba yo de diatriba cuando he leído un post de Enrique Meneses en el que daba alguna impresión sobre su paso por el X Seminario de Fotografía y Periodismo 2010 de Albarracín, que por cierto también organiza Gervasio. Y decía él que ha visto gente preparada, afable y respetuosa, pero muy preocupada por la situación que vive nuestra profesión. Sólo en Madrid han perdido el empleo 2.000 periodistas, la misma cantidad de profesionales que vomitan a las calles cada año las facultades de Ciencias de la Información.

Imagen de la serie ‘Vidas minadas’ de Gervasio Sánchez.

Pues sí, estoy de acuerdo en que la cosa es para angustiarse y que todo es un asco, y que no es justo, pero ahí he creído ver uno de esos muros de los que hablan Astrada, Bauluz y compañía con su exposición. Me siento identificada con esos jóvenes que Enrique ha conocido en Albarracín, tan preocupados por el futuro de este oficio (insisto en llamar a lo nuestro así, y no profesión), que parece que ahora está más azotado que nunca. Pero también es cierto que la cosa siempre ha estado mal, que los periodistas nunca hemos tenido a un tío llamando a la puerta de casa con un fantástico contrato bajo el brazo, así que yo no sería tan pesimista ni perdería el tiempo en quejarme y me pondría a buscarme la vida, como se ha hecho siempre. Sé que muchos lo están (estamos) haciendo con desigual suerte, pero también hay otros en mi generación a los que les dices que se cambien de ciudad o trabajen los fines de semana y te mandan a paseo porque quieren estar a 100 metros de su casa y con horario de 9 a 3.

Un inmigrante llega a  costas españolas. Juan Medina

Esto mismo es lo que le he escrito a Meneses en su blog. Creo que en ocasiones los muros nos los ponemos nosotros mismos y que de toda situación mala se puede sacar algo positivo. También creo que los momentos de crisis son los que hacen resurgir la creatividad y la verdadera valía de cada uno. Y lo dice una que es una muerta de hambre, con vocación pero sin empleo, pero que confía en que si mueve el culo, al final quizá consiga algo. Eso sí, es lo que digo: hay que mover el trasero.

Fotografía de Walter Astrada expuesta en La Casa Encendida.

También hace poco me decían que el trabajo de los periodistas y fotógrafos como a los que yo admiro no se vende, y que lo que interesa es Belén Esteban y esas cosas. Y yo respondí que eso ya lo sabemos, pero que aún así hay que seguir molestando, hay que seguir estando ahí, colando estas imágenes de Gervasio de niños con prótesis en los brazos entre los tules y organdí de las modelos de Testino, porque si no… no sé, no lo concibo, nos volveríamos totalmente insensibles y la poca ayuda que se hace llegar a los países más deprimidos se convertiría en cero. Quiero pensar que, aunque no es mucho, algo sí que se consigue. Y ese algo para nosotros quizá es una minucia, pero para otra persona es la diferencia entre vivir o morir.

PD: La expo de Gervasio, Walter y compañía está en La Casa Encendida de Madrid hasta el 14 de noviembre. La acompaña una proyección de Nuria Rodríguez muy interesante y alguna ponencia recomendable. La de Testino, por su parte, está en el Museo Thyssen hasta el 9 de enero de 2011. Cuesta cinco euros y el resto de datos los tenéis en esta web.

 

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