Se ha levantado un enorme revuelo en toda España con la noticia de que el Rey Juan Carlos estuvo matando elefantes en Botswana durante los últimos días, hasta que se rompió la cadera. Le han pillado.
Nunca me había declarado especialmente monárquica, y tampoco lo contrario. Veía a D. Juan Carlos como un señor que en su día tuvo un papel muy importante porque el 23-F defendió la democracia y tuvo su valor en la Transición. Pero a raíz de la foto en la que sale con ese pobre elefante reventado tras de sí, orgulloso él con el escopetón en la mano, sin aparente pesar por lo que tiene detrás, me ha dado un venazo republicano muy considerable.
El Rey ha demostrado muy poca sensibilidad despilfarrando dinero en esa hortera, innecesaria y sanguinaria afición por cazar pobres elefantes. Esto, de momento, ya ha provocado que cerca de 50.000 españoles pidan que abandone la presidencia honoraria de la ONG Pro derechos de los animales WWF-Adena.
Pero lo más importante, sin menospreciar lo anterior, es la absoluta falta de tacto con la penosa situación que atravesamos. No importa si le invitaron o si lo pagó él. Ni siquiera de ser así estaría justificado un derroche de 37.000 euros, por muy suyos que sean, en semejante viaje. Lo mismo ocurre con su tiempo libre. Una cosa es que tenga derecho a la intimidad como todo hijo de vecino, pero este señor es el rey de España, de la misma manera que tiene unos privilegios reservados exclusivamente a su persona, tiene unas obligaciones. Y estas pasan por no perderse como el Cantares por ahí, y por quedarse junto a su pueblo, el de los cinco millones de parados, el de las dos millones de familias que no perciben ingresos. Pero lejos de ello, el Borbón se pasea de cacería por África. ¿No suena esto muy a los tiempos de Felipe IV de Austria?
Para más inri, lo hace cuando hace sólo dos semanas se hacían públicos los Presupuestos Generales del Estado, en los que se detalla que la Casa Real sufre una reducción de un miserable 2%, es decir, de 170.000 euros. Mientras, los recortes en Sanidad y Educación ascienden a 10.000 millones de euros. ¡Qué poco le importa su pueblo a este señor! -dice la gente. Luego habla de comportamientos ejemplares en sus discursos navideños…
La monarquía cada vez tiene un papel menos importante en la sociedad. Lejos quedan ya los tiempos de la transición hacia la democracia, cuando la figura del Rey pudo tener algún sentido. Pero los tiempos cambian, el Rey tiene 74 años y ya va siendo hora de plantearse el futuro. Cada vez va siendo más necesario replantear el papel de la Casa Real porque cada vez es más difícil defenderla. Pero ningún medio de comunicación pone este asunto sobre la mesa. Y los más grande, incluso los más izquierdosos, se muestran excesivamente tibios a la hora de criticar, enjuiciar o simplemente informar de estos desmanes borbónicos. Existe un celo exagerado a la hora de tratar los de asuntos relacionados con la Casa Real, cuando lo que hace falta es dejar la pleitesía a un lado y, sin faltar al respeto, claro que no, llevar a las páginas de los periódicos este debate, que cada vez piden más ciudadanos.