Como en este viaje voy acompañada, tengo menos tiempo para divagar y escribir lo que pienso, lo que observo. Ahora estoy metida en un tren que aún no ha abandonado la estación de Fez y que me llevará a la ciudad imperial de Meknès. Voy a pasar el día allí, pues me han dicho que merece la pena. De momento nos está saliendo todo bien y el tiempo va mejorando lentamente: hay sol, pero aún voy con todas la ropa de abrigo puesta.
Meknes o Mequinez es una de las cuatro ciudades imperiales de Marruecos. Las otras son Rabat, Marrakech y Fez. Está a solo 65 kilómetros de esta última, en tren se llega en media hora y por muy poco dinero. Me llaman la atención dos cosas: una, que el 60% de su población es menor de 25 años, según diversas guías de viaje. Y dos, que desde 1996 figura en la lista de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Dicen que es un ejemplo muy representativo de las villas del Magreb del siglo XVII, y que su arquitectura y su diseño mezcla muy bien elementos islámicos y europeos. Tengo muchas ganas de ver si es tan bonita como cuentan.
A grandes rasgos, no tiene una historia muy diferente a la de la mayoría de ciudades. Esta empezó siendo solo una kasbah (castillo árabe) en el siglo VIII, y en el X ya era una fortaleza tomada por una tribu bereber, la meknassá. Tuvo unos años de apogeo, como todas las ciudades, esta en concreto los vivió durante el reinado de del sultán alauita Mulay Ismail, entre 1672 y 1727.
El rey Ismail fue todo un personaje. Segundo hijo del sultán de Marruecos, accedió al trono cuando su hermano Al Rachid murió por las heridas sufridas tras caerse de un caballo. Cuando llegó al poder se encontró un país dividido en muchas tribus beduinas y bereberes, y lo primero que hizo fue trasladar la corte de Fez a Meknes. Empleó 25.000 esclavos para construir las murallas que rodean la ciudad, de 40 kilómetros de longitud, y su soberbio palacio, necesario para, entre otras cosas, dar cabida a sus 550 esposas y casi 4.000 concubinas. Tuvo hasta una mujer irlandesa, la décima, de la que solo se conoce su apellido: Mrs. Shaw. Se le considera el marroquí más fertil, con 888 hijos, todos varones, pues a las hembras las degollaba al nacer. Ser su hijo tampoco te garantizaba tener una buena vida, pues mandaba desmembrar a los que no le caían en gracia, y de hecho solo 32 fueron considerados príncipes.
Su fama de sanguinario no se queda aquí, pues también se dice que disfrutaba ejecutando esclavos por mero placer. Los mataba con cualquier excusa, o simplemente porque le apetecía. Se calcula que se cargó a unos 36.000 en 20 años y que decoraba las murallas de la ciudad con las cabezas de los pobres ejecutados.
Pero no solo fue un sádico. También se le daba la estrategia militar, y se enfrentó a los turcos con éxito gracias al ejército que formó con 150.000 esclavos. Arrebató territorios a España, Inglaterra y Francia, y dicen que hasta le pidió una princesa por esposa al rey Luis XIV. También era muy devoto, hasta el punto de que intentó convertir al islam al rey inglés Jacobo II.
Hoy he desayunado en la terraza de mi hotel, que da a una plaza desde la que se accede a la medina. Mientras me bebía mi zumo (otra vez delicioso) he visto taxis y burros a partes iguales. También había muchos niños jugando con las mochilas escolares a la espalda. Debe haber un colegio en la misma plaza, pero no sé qué horario extraño harán porque a las diez de la mañana estaban todos en la calle, y no me pega que fuera la hora del recreo (demasiado pronto) ni la de entrar a clase (demasiado tarde).
Salvo por el paisaje verde, Marruecos no es muy diferente a cómo lo imaginaba. Las pocas medinas que he visto de momento, Chaouen y algo de la de Fez, son muy caóticas, sobre todo la segunda. Hay mucho que comprar, mucha gente que quiere llamar tu atención… Me ha sorprendido para bien encontrar gente que te quiere ayudar desinteresadamente. Pensaba que en este país solo te echaban un cable a cambio de dinero, como en Vietnam, o al menos eso es lo que había leído.
Mi precario dominio del francés nos está ayudando mucho. No tengo ni idea pero voy con una falsa seguridad en mi misma, como si viviera aquí, que ayudar a espantar rápido a los pesados. Marruecos es como esperaba y aún así todo me sorprende, es una sensación rara. Sobre todo, me encantan los olores, cada dos por tres llega a mi nariz un olor exótico, raro, nuevo e interesante. La mayoría son de comida pero hay otros inclasificables.
CÓMO LLEGAR DE FEZ A MEKNES
Taxi de la puerta Oued Zhoum a la estación de trenes: 15 DH con taxímetro
Billete de tren Fez-Meknes: 20DH. Comprados en la ventanilla. los trenes salen cada media hora aproximadamente y el trayecto dura 45 minutos escasos.
*El cambio es de 1 EURO = 11 DH
**Todos los precios que pongo son por persona, si es algo conjunto lo indico y lo divido para que salga el total de lo que yo pagué.
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