VOLVER PARA CONTAR… MALÍ

Con más sueño que vergüenza retomo este blog caótico e imprevisible. Cuando me despedía de Tanzania no imaginaba ni por asomo que la siguiente vez que volvería a escribir sería desde un sillón de estampado tribal de un hotel de Bamako, la capital de Malí. Estoy de vuelta en África cuatro meses después de mi última visita. He dormido tres horas y no tengo agua en el baño, pero estoy feliz.

Y, bueno… Malí. Es un país nuevo, desconocido, enorme. Está en el otro extremo del África que yo controlo un poco más. En el lado francófono, algo que me supone un pequeño inconveniente porque mi francés es peor que el de una cabra borracha. Hago verdaderos esfuerzos y obtengo pobres resultados.

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He venido gracias a Planeta Futuro, la sección de El País en la que trabajo, y al Fórum de Bamako, un evento anual que cumple con esta 16 ediciones. Durante los primeros días de mi estancia en el país cubriré este acontecimiento, en el que se va a hablar de seguridad y defensa, de inmigración, de negocios, economía, juventud, mujeres… El resto del tiempo lo voy a emplear en conocer más de cerca asuntos relacionados con los derechos humanos y el desarrollo.

Anoche quería escribir desde los aeropuertos en los que estuve esperando vuelos, como suelo hacer siempre. No me salió. El viaje fue muy bien pese a que me habían advertido de que Royal Air Maroc, la aerolínea que me ha traído hasta aquí, deja bastante que desear. Que si perdería la conexión en Casablanca, que si mi equipaje se extraviaría, que si tal, que si cual… Pues no ha sido tan malo. Los aviones son viejos e incómodos, la comida es regular (a las fotos me remito) y llegamos con unos 15 minutos de retraso tanto a Casablanca como a Bamako. Pero nada más grave. Tengo mi maleta conmigo, no perdí ningún vuelo ni me cambiaron la puerta de embarque sin avisar y, además, en Casablanca hay WiFi gratis. Sí que hay que tener especial cuidado con los datos del vuelo porque el espabilado que sacó mi billete escribió mi nombre donde mis apellidos y viceversa, pero no me han puesto pegas para viajar.

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Casablanca es un aeropuerto más amable de lo que pensaba. Me llamó la atención la diferencia de rasero entre blancos y africanos subsaharianos en los controles de seguridad. Yo no tuve ni que sacar el ordenador y los líquidos de la mochila. A ellos les revisaban de arriba abajo. La terminal internacional está bien surtida de restaurantes y de tiendas de recuerdos con artesanía y gastronomía del país. Cuesta trabajo resistirse.

La llegada a Bamako ha sido bizarra. Son las 10 de la noche cuando cruzo la puerta de embarque el vuelo. En este caso no hay finger y llegamos a la aeronave en autobús. El trayecto dura unos minutos y en ese tiempo me pregunto si el grupo de pasajeros que vamos dentro será una muestra representativa de la sociedad del país. Somos unas 40 personas de toda clase, pero la sensación general que percibo es que todo es chic, sofisticado y elegante. Así es la pareja de ropa cara, gafas de pasta y relojes y bolso de marca, así es el grupo de cuatro amigos, cada uno sumergido en su smartphone y con una guitarra a cuestas, así es el niño que viaja con sus padres y hermana y que parece recién sacado de un catálogo de Lacoste, con su camisita de cuadros y su plumífero sin mangas. Veo solamente tres mujeres con velo: dos son ancianas y una tercera más joven es de rasgos árabes, no es negra. Y todas las demás llevan el pelo muy bien arreglado: con trenzas, con alisados permanentes, con recogidos…

Como los famosos

Tengo en cuenta que Malí ocupa el puesto 179 de 188 en el Índice de Desarrollo Humano de 2015, es decir, que es muy pobre, más que Etiopía y todo. Esto significa que, en realidad, esta muestra no debe ser lo habitual en el país. No veo ni un solo vestido tradicional ni un solo turbante. No sé si es que no está de moda entre la clase más pudiente, la que coge aviones, o si es que es un atuendo reservado para ocasiones especiales. Hay tanto que aprender de este país… ¡No sé nada!

Tras un vuelo de lo más anodino llega el momento bizarro de la jornada: ese en que te bajas del avión y ahí mismo, en la pista, encuentras a un señor con una pancarta en la que se lee tu nombre. Me siento pija cuando me meten en un cochazo negro elegantísimo en vez en el autobús en el que llevan al resto del rebaño a la terminal. No voy sola, me acompañan una francesa blanca, un matrimonio también francés pero claramente de origen africano (que resultan ser esos del bolso de marca y los relojes caros y las gafas de pasta. Son como Brad y Angelina de guapos y glamourosos…) y una costamarfileña que no sé de dónde ha salido. Salvo ella, los demás son también invitados en el Fórum.

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Lo siguiente se agradece: nos meten en un salón lleno de alfombras y sillones de ciertopelo, nos piden rellenar un documento con los datos del visado, se llevan éste y nuestros pasaportes y al cabo de cinco minutos ya los tenemos de vuelta. Sin colas. Y con las maletas lo mismo: nada de esperar en la cinta, cuando llegamos al minibús que nos va a llevar a nuestro hotel, ahí las tenemos esperando.

Llegamos a las dos de la madrugada, tenemos que estar a las ocho en el Fórum. Me muero por pillar la cama, me da igual cómo esté. Este hotel es gracioso porque es lujoso pero a la africana: parece mucho pero luego encuentras pequeños inconvenientes. Mi habitación es enorme: tiene dos estancias y un ventanal interminable y un baño también muy grande. Hay dos televisiones de pantalla plana: una en el salón y otra en el dormitorio. Lo mismo con los aparatos de aire acondicionado. La cama es XXL. Y como contraste: las mesillas de noche no tienen cajones, se los han llevado. Las sábanas lucen unas manchas marrones sospechosas. Las lamparitas de noche tienen las tulipas rotas. En el lugar de la pared de donde sale el grifo de la ducha destaca un boquete muy de obra inacabada y muy grande. Un gusano negro y alargado saluda debajo del lavabo. El váter ha sido usado y no han tirado de la cadena… Llegados a este punto, procedo a quitar eso de mi vista y… sorpresa: no hay agua. Me voy a la cama sin lavarme los dientes y sabiendo que en el inodoro se ha quedado algo que no es mío…

Esta mañana he averiguado que no salía agua porque la llave de paso estaba cerrada. La abro, luego hago lo mismo con los grifos y por todos empieza a brotar un líquido marrón oscuro muy chungo. Mucho. Y hay otro problema: una fuga en la tubería del váter que hace que se salga el agua, que ya se ha vuelto transparente otra vez después de un rato corriendo. El problema es que si cierro la llave, no me puedo duchar, así que me remojo a toda prisa mientras mi baño se va inundando. Cosas que pasan.

No tiene mayor importancia. He dado aviso en la recepción, he subido a enseñarle al chico de las ñapas del hotel mi gran problema y me ha prometido que me lo arreglan en seguida. Es todo un poco cutre pero aquí son tan simpáticos que les perdono todo. Y ahora, después de un desayuno bastante decente con pan, zumos, bollos, queso, algo parecido al salchichón y café de mentira, me voy a trabajar.

Sé que algunas personas —pocas— me leen y me siguen a través de Reportera Nómada. Este empezó siendo un espacio de desahogo personal y, cada vez más, se convierte en una vía de comunicación con amigos –reales y virtuales—. A vosotros os quiero pedir disculpas por haber desaparecido tanto tiempo. Por primera vez en la historia de este blog, que ya tiene seis años, no escribí un artículo en Nochevieja para analizar mi año, que ha sido profesionalmente inmejorable: gané tres premios de periodismo, escribí reportajes desde muchos países del mundo, fui contratada y me pude independizar. En el plano emocional ha sido más duro, pero muy productivo. Estoy desaprendiendo más que nunca. Tampoco he dicho palabra de mis últimos viajes: París y la Cumbre del Clima, Irlanda de mochilera… No era el momento. No sé por qué razón, no me apetecía escribir. Estoy viviendo una etapa de desconexión y ponerme delante de este blog implica mirarme por dentro. Y no tenía ganas.

OTROS TEXTOS SOBRE MALÍ

Relatos publicados en Reportera Nómada: 

Reportajes y artículos publicados en El País:

Artículos publicados en el blog África no es un país:

Galerías de fotos en Flickr

20 respuestas a «VOLVER PARA CONTAR… MALÍ»

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  7. Carmen

    Hola Lola: leí ayer tu reportaje sobre Beleko, me gustó mucho y me tranquilizó, soy la madre de Roberto, lleva allí 12 días con la ONG de geólogos de la complutense, y a pesar de que le notaba contento tenía cierta incertidumbre. Creo que estar allí es una experiencia que le va a aportar muchas cosas buenas, Asique !muchas gracias!

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    • Lola Hierro Autor de la entrada

      Carmen, gracias por pasar por aquí. No te preocupes ni un poco por tu hijo, que está estupendamente, doy fe! He vivido unos días con él y me cayó súper bien 🙂 Y cuando vuelva va a tener aventuras para escribir un libro! Un abrazo

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  10. gallegomoreno

    Siento que en lo personal no te haya ido tan bien como en lo profesional el 2015. Yo lo he pasado de baja todo el tiempo por culpa de una rodilla. Espero que el 2016 sea mejor en ambos campos para los dos. Ya te iba echando de menos en tu blog. Un fuerte abrazo.

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  11. Beatriz

    Yo me encontré con este escaparate un día de casualidad, no soy ni familia ni conocida pero te leo cuando publicas algo, se agradece mucho. Que sigan siendo muchos éxitos más, profesionalmente, personalmente y …mente.

    Saludos

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  12. Mercè

    Me gusta leerte aquí, Lola, en el blog; estás más «suelta» 🙂
    No te preocupes por lo que no has escrito; si no lo has hecho es porque no te apetecía, como bien dices. A toro pasado…
    Ahora que has publicado tu primera crónica desde Malí, seguro que seguirán más y te iré leyendo ya que no puedo acompañarte en tus viajes.
    Un besazo, preciosa!

    PS.
    Me encantó Mali, pero me dolió su pobreza…

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    • Lola Hierro Autor de la entrada

      Ay Mercè, estoy más suelta porque es personal, algo que en un reportaje no se puede ni plantear. Este blog es lo más anti periodístico del mundo, jejejej
      besotes1!!

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