Turquía V: Si Pamukkale no es nieve, ¿qué es?

Me preocupaba un poco el transporte en este país cuando empecé a buscar información para preparar el viaje. En todas partes leía que las empresas de autobús funcionan muy bien, pero no encontraba datos exactos sobre compañías, horarios y precios. Ahora puedo decirle al futuro viajero que no es necesario que se preocupe por esto: en vista de lo que llevo recorrido, solo hace falta ir a la estación y dejarse llevar. Hay varias compañías que ofrecen distintos recorridos a varias horas del día y hay servicios de sobra incluso en meses de temporada bajísima como este enero. Así compré mi billete a Pamukkale, un pequeño pueblito de tres calles en medio de la nada situado sobre la llanura de Menderes, a 14 kilómetros de la provincia de Denizli. La razón: los travertinos de calcita, un fenómeno de la naturaleza que se ha formado durante los últimos 15.000 años. Por algo Pamukkale significa castillo de algodón.

Pamukkale es así. / © Lola Hierro.

Corrientes de agua a 34 grados. / © Lola Hierro.

El agua que brota a unos 34 grados de los manantiales subterráneos de la zona posee una elevada cantidad de bicarbonato cálcico. Esto ha provocado que las rocas, el suelo y, en definitiva, todo lo que el agua tocaba, quedase con el tiempo teñido de blanco, cubiertas por gruesas capas de caliza y travertino. Así, la corriente que baja  por la llanura de la montaña creó formas que se asemejan a una catarata congelada. La caliza también se ha acumulado en otras zonas formando una especie de piscinas o balcones con forma de media luna.  Gracias a este paisaje tan irreal, Pamukkale forma parte de la lista de lugares Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.

Las terrazas con forma de media luna. / © Lola Hierro.

Atardecer en Pamukkale. / © Lola Hierro.

Travertinos. / © Lola Hierro.

El sol reflejado en los travertinos. / © Lola Hierro.

Hojas calcificadas. Muy curioso. / © Lola Hierro.

Junto a esta llanura blanca se encuentra Hierápolis, las ruinas de una ciudad balneario creada a finales del siglo II a.C por los reyes de Pérgamo y que luego pasó por manos de macedonios, romanos, bizantinos y selyúcidas hasta que un terremoto la destrozó casi por completo en 1354. Los restos arqueológicos están muy bien conservados y se pueden distinguir fácilmente antiguas termas, templos, puertas y tumbas. 

Puerta de Domiciano en Hierapolis. / © Lola Hierro.

Para variar, me confundí con los horarios y aparecí por la estación media hora antes de la salida del autobús. He viajado en un autocar muy cómodo y nuevo, hasta con televisión en cada asiento.  En todos los autobuses turcos pagas como si fueras en turista pero te ofrecen servicio de primera, pues además de amplios y cómodos, hay un señor que te ofrece té, café, zumos y bollitos.

Unas tres horas más tarde llegamos a Denizli, una ciudad en la que unos cuantos viajeros fuimos conducidos a un minibús que, este sí, nos llevó hasta Pamukkale. Entre ellos iba un matrimonio neozelandés de cierta edad (sesentones avanzados, diría yo) con quien fui hablando. No recuerdo sus nombres pero sí que el caballero era un experto en la liga de fútbol española.

Vendedor de alfombras en Pamukkale. / © Lola Hierro.

Señoras haciendo ‘pide’ en la calle. / © Lola Hierro.

La entrada al parque nacional de Pamukkale está a solo unos metros de la calle de los hostales. De hecho, las terrazas blancas de travertinos llegan casi casi hasta el mismo pueblo, a cuya entrada hay una especie de parque con estanques donde la gente va a montar en barquitas con forma de cisne gigante. Subiendo una pequeña cuesta a la derecha, está la taquilla.  Durante mucho tiempo, los turistas y locales camparon por los travertinos a sus anchas y la llanura de deterioró mucho, pero a raíz de la declaración de la Unesco, en Turquía se pusieron las pilas para recuperar el espacio y ahora está muy controlado el acceso. Solo se puede acceder a los travertinos descalzo y pagando una entrada de 20 liras (unos 6,5 euros).

Pamukkale pueblo, desde lo alto. / © Lola Hierro.

Banco de quitarse los zapatos. Aquí empieza la fiesta. / © Lola Hierro.

El sitio es tal que así. / © Lola Hierro.

Lo que no imaginaba yo, pobre de mí, es que hay que pasar descalza, sí o sí, por los travertinos. Yo creía que podías verlos sin meterte, pero no: para acceder a las ruinas de Hierápolis y ver las formaciones de calcita tienes que atravesar a pie un corredor como de 400 metros. Aquí lanzo el consejo #1 del día: imprescindible llevar una mochila para guardar el calzado.

Pues sí. Está caliente. / © Lola Hierro.

Con los zapatos a cuestas. / © Lola Hierro.

Zapatos en fila, en el otro extremo del recorrido. / © Lola Hierro.

Ya con los pies en remojo, la cosa fue como volver a ser pequeño en un parque de atracciones. Me resulto muy divertido estar con los pies metidos en agua caliente en pleno invierno sin pasar frío. Al contrario de lo que pueda parecer por las fotografías, el suelo no resbala porque es roca pura y dura, así que se puede caminar con cierta soltura. No obstante, sí hay que tener más cuidado con las pequeñas piedrecitas y guijarros del suelo, que a veces se clavan y hacen daño, y con alguna zona más alejada de las corrientes donde el agua se ha quedado helada. Eso sí: aquí sí eché de menos estar acompañada. Creo que Pamukkale se disfruta el triple si se puede hacer el idiota en compañía de amigos, pareja o familia.

Con los niños a cuestas. / © Lola Hierro.

Pareja ideal. / © Lola Hierro.

Con esta textura, imposible que resbale. / © Lola Hierro.

Como siempre, tenía la esperanza de tomar bonitas fotos como las de las revistas pero había dos inconvenientes: no salía el sol ni a tiros y el parque estaba, para variar, lleno de visitantes. Así las cosas, puse en práctica eso de integrar al turista en la foto, y me eché unas buenas risas observando a través del objetivo los esfuerzos de la gente por no caerse al cruzar un riachuelo, a los niños mojándose de arriba a abajo, parejas echándose fotos moñas, señoras chinas o de otros países asiáticos inmortalizándose con las amigas o fotógrafos con cámara profesionales intentando, sin éxito, conseguir una toma sin turistas desperdigados.

Si es que no se puede venir con faldas tan largas… / © Lola Hierro.

Ale hop! / © Lola Hierro.

Familia a remojo. / © Lola Hierro.

Con los pies en remojo, tan a gusto. / © Lola Hierro.

El ascenso no se hace ni largo ni pesado, lo puede realizar cualquiera. A mí, hasta me adelantó un señor con bastón. La vuelta sí me resultó más pesada pero porque es ligeramente cuesta abajo, había poca luz y yo, con mi clásica falta de habilidades motrices, me vi en algún momento a punto de salir rodando. Pero eso no tiene por qué pasarle al resto de la humanidad.

Una vez en lo alto, cuando ya has atravesado todo los travertinos y te has hinchado a hacer fotos, queda visitar Hierápolis, que se puede hacer en plan rico o en plan pobre:

En plan pobre: te das una buena vuelta a pata por todos los restos arqueológicos. Encontramos las puertas de Bizancio y de Domiciano, una frente a otra, se mantienen en pie y permiten hacerse una idea del esplendor de la ciudad. El teatro es pequeñito en comparación con el de Éfeso, pero muy interesante; también hay una enorme necrópolis, la planta de una catedral de la que queda parte del ábside, la base de las columnas y de la fachada principal, el templo de Apolo o el Plutonio, que se consideraba la entrada a los infiernos.

Tumba solitaria en el travertino. / © Lola Hierro.

Necrópolis. / © Lola Hierro.

Puerta bizantina. / © Lola Hierro.

Todo esto se puede ver a pie dando un agradable paseo, sin prisas. El parque, al contrario que en Éfeso, está mucho más acondicionado para el turismo. Se han diseñado paseos empedrados y rodeados de setos y rosales, por lo que hacer el circuito es más cómodo y ordenado. Para mi gusto, no obstante, queda muy artificial. Supuestamente, también se encuentra aquí la tumba del apóstol san Felipe. Fue descubierta por un equipo de arqueólogos en 2011.

Hierapolis. / © Lola Hierro.

En plan rico: Haces todo lo anterior y luego te das un chapuzón en los baños de Cleopatra. Este es el nombre de una instalación súper pija que cuenta con unas piscinas termales, dos cafeterías, terrazas con sombrillas, hamacas, vestuarios, duchas y todo aquello que pueda recordar a un exclusivo club de campo. Pese a estar en febrero, encontré gente dándose un baño. Obviamente, hay que pagar entrada.

Baños de Cleopatra. / © Lola Hierro.

En Pamukkale hice algo que no debía haber hecho: coger un hostal solo para unas horas.  Aquí lo advierto: aunque lo bueno es pasar más de un día para visitar el parque nacional y las ruinas de Afrodeia o las aguas de Karahayit, que son rojas por su alto contenido en hierro, se puede uno quedar a pasar el día si tiene prisa, como es mi caso. Los autobuses llegan de buena mañana y, si se quiere continuar hacia la Capadocia, hay servicios nocturnos que salen por la noche.

Mi autocar salía a las 22.45 y mi miedo era quedarme pasando frío en la calle desde las cinco que anochece. Así, cogí una cama en el hostal más barato que encontré: el Kale Pension, que por 7 euros me ofreció cobijo. Cuando lo vi, me alegré mucho de no tener que pasar la noche allí. No es especialmente malo, es cochambroso al estilo de los que conocí cuando estuve en el sureste asiático. Lo peor, sin embargo, es que las habitaciones no se cierran con llave y no dispones de taquilla, así que tienes que dejar todas tus pertenencias al alcance de cualquiera y fiarte. El empleado, muy correcto pero muy seco, me indicó que le diera a él las cosas de valor, y le di el portátil cruzando los dedos para que no le vendiera en el rastro de su pueblo.

Mi cena en Pamukkale. / © Lola Hierro.

Entre Pammukale y Denizli… miedito. / © Lola Hierro.

Más tarde comprobé que había hecho una tontería: me podía haber ahorrado perfectamente los siete euros porque las compañías de autobuses te permiten dejar la mochila en sus oficinas. Cuando llegué a las de mi compañía estaba esperando a los viajeros Ahmed,  el conductor del autobús. Este me ofreció quedarme el tiempo que quisiera y beber todo el té que quisiera en el hostal de enfrente, llamado Artemis, que es suyo. Todo el personal fue muy hospitalario, sobre todo Ahmed y el camarero de la cafetería, que me sirvió una cena hecha con todo el mimo del mundo por dos duros. Luego, Ahmed nos llevó a Denizli, donde yo debía coger un autobús nocturno hacia mi siguiente destino. Durante la espera, se quedó acompañándonos a mí y a otras dos chicas coreanas y nos invitó a té en la cafetería de la estación y pasamos un buen rato charlando. Con gente así, da gusto viajar.

26 respuestas a «Turquía V: Si Pamukkale no es nieve, ¿qué es?»

  1. GUILLERMO

    Hola Lola¡¡ veo que eres una experta viajadora, pero más aún una agradable y detallista narradora de lo que ves y vives… llegué a tu blogg por medio de una búsqueda de Pamukkale, pero veo que eres una experta en Turquía… yo justo ando planeando un viaje a principios de febrero a y quería ver si puedes recomendarme cuantos días invertirle y que a cada cosa… dentro del itinerario está previsto Estambul, Efeso, Pamukkale y Capadocia… el presupuesto son 10 días con posibilidades de extensión de 5 más, todo depende de los frutos que rinda la investigación.

    De antemano muchas gracias por tanta generosidad hacia los ilusionados viajantes primerizos.

    Responder
    • Lola Hierro Autor de la entrada

      Hola Guillermo! Verás, esto del tiempo es cuestión de gustos: depende de lo que quieras. Para todos esos días yo te diría mínimo los 10 que tienes porque si no vas a ir con la lengua fuera, pero todos esos destinos son como para quedarse un año así que si te es posible, quédate más

      un abrazo

      Responder
  2. Julieta

    Hola, me encantó tu blog!! Quisiera pedirte consejos, iremos a Turquía en diciembre, la idea es empezar con Pamukkale saliendo desde Estambul en avión hasta Denzili, llegaríamos por la noche (19.55) a Denzili, dormiríamos allí y a primera hora de la mañana ir a Pamukkale. A qué hs abren las boleterías??? Es posible recorrer estas «piscinas» solo durante la mañana?? Ya que a las 15hs saldría nuestro vuelo a Capadocia desde Denzili. Qué opinas? Gracias!!

    Responder
    • Lola Hierro Autor de la entrada

      Hola Julieta, gracias por pasarte. Hace mucho ya que fui a Turquía y no recuerdo esos detalles qu eme preguntas, como la hora de apertura de las taquillas. Lo mejor es que busques en Internet, en una fuente oficial. Un saludo

      Responder
  3. Pablo

    Hola!! Antes de nada enhorabuena por el blog y por este viaje tan bien explicado y facilitarnos así el viaje a los demás!!
    Te quería preguntar sobre el tiempo que consideras que lleva ver pamukkale (piscinas e hierápolis), ya que por lo que he investigado dedicar un día entero es mucho, así que pienso hacer éfeso por la mañana y pamukkale por la tarde y coger un autobús nocturno a las 22 para ir a capadocia.

    Muchas gracias

    Responder
    • Lola Hierro Autor de la entrada

      Hola, Pablo, gracias por escribir. Yo tengo la experiencia que tengo, que es la uqe puedes leer en la entrada del blog. Para mí, un día es suficiente para Pamukkale, llegando por la mañana y pasando el día. Ahora, hacer Éfeso y Pamukkale el mismo día me parece demasiado. Si vas tan deprisa no vas a poder disfrutar nada; más que por Pamukkale, que es lo que es y lo ves en un rato, por Éfeso! Es uno de los lugares más impresionantes del planeta, dedícale el tiempo que se merece!!!

      Responder
      • Pablo

        Me has convencido (ni yo lo tenía muy claro) así que de paso aprovecho para ver Izmir y quizás Afrodisias…

        ¿Cómo puedo enterarme del horario o recorridos que hacen los dolmus? Supongo que por internet no puedo encontrar nada para saber si hay selcuk-afrodisias y luego afrodisias-denizli.

        Gracias de nuevo!!

        Responder
  4. Pingback: La ciudad de la nostalgia | Reportera nómada

  5. Pingback: Turquía VIII – Los refugiados de Kilis | Reportera nómada

  6. Pingback: Turquía VI – Una visita a los Picapiedra de Göreme | Reportera nómada

  7. Pingback: Turquía IV: Éfeso, donde las piedras hablan | Reportera nómada

  8. Pingback: Turquía III – Un palacio sumergido y un tablao flamenco | Reportera nómada

  9. Pingback: Turquía IX – Primera experiencia con el gas pimienta | Reportera nómada

  10. Pingback: Turquía X – Crónica de una despedida | Reportera nómada

  11. Pingback: ¡Cómete Turquía! | Reportera nómada

  12. xim

    Hola, viajo en dos semanas a Turquía, una de mis grandes preguntas era como será en invierno pamukkale y Capadocia, porque ya ves que en internet sólo salen las bellísimas fotos de verano… pero y en invierno??? Me dio mucha alegría leer tu artículo de pamukale porque veo que viajaste en.febrero y entiendo que es clima similar al de ahora en dicimore. A parte de despejarme esa duda climática, tb me resolviste otra que era la de entrar en el agua…me.encanto tu artículo porque cuentas en el cosas que los demás no y q en realidad moría de ganas por saber …. seguiré leyendo tu Blog!!!

    Responder
    • Lola Hierro Autor de la entrada

      Pues preciosas con la luz de invierno pero prepárate para pasar frío. Mi mejor consejo: leotardos gordos debajo de los pantalones y muchas capas en la parte de arriba del cuerpo

      Responder
  13. Angela

    Hola Lola!

    Estaba buscando informaciòn sobre Turquia porque voy a ir ahora en Agosto y me he encontrado con tu blog y la verdad es que llevo toda la tarde leyendolo! me encanta, las fotos que integran al guiri son geniales! te queria preguntar una cosa, hay horario de visitas para efeso y pamukkale??

    Responder
  14. Maria Jose Pouso

    hola Lola , yo estoy yendo en junio, y me gusto mucho tu publicacion, ya que vamos 3 personas a conocer Pamukkale, y tenemos 1 dia entero para disfrutar, veo que incluyes algo que no habia visto, ademas de Hierapolis, que es Karahayit,da el tiempo en 1 dia entero para estos 3 lugares?? hermosas fotos

    Responder
    • Lola Hierro Autor de la entrada

      hola! no sé lo de Karahayit porque yo no fui. En un día te da tiempo a ver pamukkale y hierapolis de sobra, y lo otro.. depende de lo lejos que esté y del as ganas que tengáis de correr!

      Responder
  15. maria

    Hola! yo os aconsejo alquilar un coche para visitar Turquía, y como no, ir a los sitios estilo Pamukkale cuando se hayan ido los turistas, sobre las 5 de la tarde sino es horrible!Hay tantos autobuses que no puedes disfrutarlo tranquilamente. No recuerdo cuanto cuesta bañarse en la piscina de Cleopatra pero la verdad es que es muy chulo, el agua está calentita y tiene gas.

    Responder
  16. Pablo Strubell

    Lola,
    Pensé que no dejaban ya subir y caminar a la gente por Pamukkale. Al menos así lo recordaba. Veo que no.
    Por cierto, tus fotos son mucho más bonitas que esas «perfectas» que ya estamos tan aburridos de ver.
    p.

    Responder
    • Lola Hierro Autor de la entrada

      Hola Pablo! Qué honor tenerte por aquí 🙂 Pues yo pensaba que lo de meterse en el agua era voluntario, que habría un bordecito o algo así para pasar con zapatos si no querías remojarte. No veas qué alegrón me llevé cuando me di cuenta de que no me quedaban más ovarios que descalzarme y caminar por ahí con el frío que hacía!!! Por lo visto estuvo cerrado el tiempo que llevó recuperar los travertinos, que habían quedado bastante dañados después de años de turismo descontrolado. Pero ahora está muy mono y muy blanco todo, jejeje.
      Oye, muchas gracias por lo de las fotos. Ya sabes: si no puedes sacar a los turistas de tu encuadre, intégrales en el paisaje! 😀

      Responder
  17. Recorramos Europa

    Y aquí estoy de nuevo. Ganas de ir a Turquía aumentando. Malamente además. Parece que moverse en bus es lo mejor, tomo nota y no me romperé la cabeza buscando info con horarios en internet, está bien saberlo :). Geniales las fotos como siempre :).

    Responder

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.