Singapur, o la vuelta al mundo occidental

¡Saludos desde las tierras de Sir Stanfford Raffles! Estoy en Singapur, o en Nueva York, no lo sé muy bien. Tras sólo un día dando vueltas por esta metrópolis, ya tengo una opinión: ¡me encanta! ¡Me fascina! Pero eso sí, no tiene nada que ver con el resto del sureste asiático.

Rascacielos de cerca. Parece que se te va a venir encima.

Nunca había visto edificios tan altos. Imposible dejar de mirar.

Singapur es lo más occidentalizado que te puedes encontrar aquí; de hecho, el idioma oficial es el inglés. La isla, situada al sur de la península de Malasia, es uno de los países más ricos del mundo: es próspero, está al día en altas tecnologías… Es hasta pijo. Sus calles no tienen tráfico y, el que hay, es de coches como Mercedes, Ferrary, Bentley y hasta Rolls Royce. Lo más cutre que he visto es un todoterreno Nissan nuevecito y reluciente. Las motos no existen, los ruidos no existen, la basura en la calle tampoco existe… Todo está como nuevo, pulcro, tranquilo… Una pasada de ciudad, un elogio al civismo, vamos.

Panorámica de Singapur (Pincha para agrandar)

Pero Singapur no siempre fue así. Al principio de los tiempos no era más que un cutre punto marítimo ahogado entre las potentes economías de Malasia y Sumatra. Hasta que, en 1819, llegó Sir Thomas Stamford Raffles con la misión de convertir este chamizo en un punto estratégico para la Armada Británica. Como no le debió gustar mucho su nueva residencia, decidió transformar Singapur en un auténtico puerto de libre comercio pero a imagen y semejanza de la más moderna ciudad europea. Y vaya si lo hizo: la isla inundada y escasamente poblada de entonces ha dado paso a una hermosa urbe de anchas avenidas, elegantes edificios, altísimos rascacielos y cuidados jardines.

Calles de Singapur totalmente limpias.

De Singapur se dice que es como un estado policial porque casi todo está prohibido. Yo he de decir que en ningún momento me he sentido cohibida, ya que apenas vi un coche de policía en todo el día. Como sólo tenía 24 horas para conocer esta ciudad-país, he empleado el tiempo a fondo: dejé la mochila en una consigna y salí a patear.

Atención a las multas. Lo que no entiendo es lo del durian. ¡Si es una fruta inofensiva!

Aquí parecen tener buena comunicación con dios.

Lo primero que me ha sorprendido es el aeropuerto en sí: nombrado el mejor del mundo en el año 2010, tiene todo, es como una pequeña ciudad. Limpio, eficiente, completo, con Internet gratis, zonas de descanso… uno podría vivir allí si quisiera. Cogi el metro y me dirigí al centro de la ciudad, a un parque llamado Fort Canning Park porque antiguamente fue un fuerte militar (quedan cañones en algunos puntos). Allí comí bocatas de nocilla y crema de plátano (menudo invento, ya podían importarlo en España) para ahorrar y, tras una siestecita bien merecida puse rumbo a los muelles. Pasé por delante de varios puntos de interés cultural como el Museo de Arte Contemporáneo, la Catedral de San Andrés o la estatua de Merlion, mitad león y mitad pez, que es el símbolo de la ciudad. ¿Y por qué iba a los muelles tan decidida? Porque vi algo en la lejanía que me fascinó: tres enormes rascacielos en cuya parte superior había una suerte de barco o nave espacial descansando sobre ellos. Con el zoom de mi cámara pude ver que había gente subida, así que no perdí tiempo en ir. ¡Menudo sitio más curioso!

Merlion, el lugar favorito para los turistas.

Al loro el detalle de la ciruela pasa.

La caminata me llevó por los muelles, pero no muelles de pescadores, sino singapurenses, es decir, flanqueados por hoteles de cinco estrellas y rascacielos de relucientes cristaleras. Tras el larguísimo paseo llegué a mi destino y comprobé que lo que veía es un complejo de hoteles y centros comerciales llamado Marina donde la tienda más barata es de Levi’s , y donde a cada paso te encuentras a Chanel, Gucci, Dior, La Perla, Versace, Armani, Manolo Blahnik o Jimmy Choo… Fui completamente ilusionada a buscar el ascensor para encaramarme en ese pedazo de chisme, pero la emoción me duró poco, concretamente hasta que vi el cartel que decía: 20 dólares la entrada. ¡Menudo chasco! Imaginaba que habría que pagar, pero no tanto dinero.

Extraño invento. El agua iba al interior del centro comercial  y luego subía de nuevo.

Por estos canales van góndolas llenas de señoras cargadas con bolsas de marcas de lujo.

Por supuesto, me marché. Estoy sin poder pagarme un hotel, como para dejarme la pasta en eso… Lo bueno fue que el camino de vuelta lo hice a la hora que cae el sol, y llegué al otro lado del muelle justo cuando empezaba un espectáculo de música, láser, chorros de agua, fuego sobre el mar y luces proyectadas en los edificios a lo largo y ancho de la bahía.

La hora azul entre los rascacielos.

Espectáculo de luz en Marina.

A eso de las diez de la noche me fui a cenar a una zona de restauración. Estos son unos complejos enormes donde hay puestos callejeros de todo tipo. Elegí el de Lau Pa Sat, famoso por su edifico de estilo victoriano, y acerté de pleno: está lleno de puestos de comida india, china, coreana, vietnamita, malaya… y por dos duros me puse hasta arriba.

Sitio de comer.

Me jalé todo esto para comer…

Y todo esto. ¡Y a precio de risa!

De aquí marché al aeropuerto de nuevo, donde he pasado la noche porque no quería pagar una cara habitación en la ciudad. Y suerte que los asiáticos trabajan siempre, porque me he encontrado con que locales como Mcdonalds, dentro del aeropuerto, abren 24 horas, así que he dormitado como he podido en los sillones del Starbucks, gracias a un eterno café que he estirado toda la madrugada.

Me hubiera gustado conocer más a fondo Singapur. Queda pendiente en mi lista de destinos a los que volver algún día, junto a las selvas de Sumatra o las islas Gili. Y ya está, dejo la incontinencia verbal para marcharme a Vietnam, desde donde seguiré informando.

Una respuesta a «Singapur, o la vuelta al mundo occidental»

  1. INCENSO

    joe k pasada de ciudad!! es de las ciudades hasta ahora que mas me han gustado, si no la que mas de los sitios por donde has estado… mola mola!

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