Fez y su medina: ¡Relájate y disfruta!

Fez me está gustando mucho más, y encima el tiempo está mejorando por fin. Hemos salido de buena mañana a explorar y no hemos parado de caminar hasta que al mediodía hemos parado a comer en uno de los doscientos restaurantes calcados que hay en Bab Bou Jeloud, la puerta más famosa de todas las que tiene la muralla que rodea la medina, construida en 1913 y compuesta por tres arcos de herradura simétricos profusamente decorados por mosaicos en varios tonos azules. Por eso se la conoce también como la puerta azul.

Explorar la medina de Fez el-Bali es para valientes. Data del siglo VIII  y con 300 barrios y 9.000 callejones no hay ningún mapa en el mundo que la muestre como realmente es. Por mucho que lo evites, al final te vas a perder, así que lo mejor es contratar un guía que te lleve a todas partes o, si vas de pobre como yo,  apretar el culo y sumergirte sin miedo. Una vez dentro, sorpréndete por la densidad de casas, mezquitas, madrasas  y palacios, con la cantidad de animales (desde gallinas a burros) que conviven vivos o muertos, y con sus pintorescos habitantes, que parecen importados de la Edad Media.

Siempre hay algún burro por en medio.

Gallinas a la venta en una calle de la medina de Fez.

Nosotros, dentro de lo que cabe, no lo hemos pasado mal, pero básicamente porque no hemos corrido muchos riesgos. Nos hemos movido por las dos calles principales, Talaa Kbira (la gran cuesta) o Talaa Sghira (la pequeña cuesta), y hemos curioseado un poco por las vías aledañas, pero en cuanto veíamos que nos estábamos alejando mucho de la ruta principal, nos dábamos media vuelta. A toro pasado, me da pena no haber arriesgado un poquito más, tengo la sensación de que me he dejado muchos secretos por descubrir allí dentro. También debo decir que hay unas cuantas rutas bien señalizadas por carteles de colores, y es bastante sencillo seguirlas. así, puedes descubrir el Fez de los artesanos, de los edificios andalusíes, de las mezquitas… hay cinco o seis rutas distintas.

Un panadero ambulante.

Mujer cogiendo agua en una fuente.

Un bonito gorro de carne.

Como nosotros no hacemos nada a derechas, nos hemos dado un buen paseo en sentido contrario a los turistas: hemos entrado por la puerta de nuestro hotel, Bab Oued Zhoun, en la parte norte, y hemos ido directos a las curtidurías de Chouwara. Primero nos ha intentado perder un tío que nos ha indicado el camino hacia un callejón sin salida, pero nos hemos dado cuenta a tiempo y hemos podido recular como quien no quiere la cosa. ¿Qué es una curtiduría? En España cada vez se estila menos curtir al estilo tradicional, pero aquí sí, y este lugar es uno de los más emblemáticos de Fez. Se trata de un espacio lleno de fosas que contienen tintes naturales donde los trabajadores se encargan de colorar pieles de cordero, buey, cabra o camello.  Estas de Chouwara son las más grandes e importantes de la ciudad, y para verlas bien lo que hay que hacer es asomarse al balcón de alguna de las tiendas que rodean la zona, pues desde allí se obtienen las mejores vistas. Se distinguen las cubas llenas de mierda de paloma y de cal, donde se dejan las pieles en reposo varios días, las otras tinajas con tintes de colores donde se meten después, los hombres armados con inmensos cuchillos que retiran los restos de pelo adheridos al cuero… cuando acaba todo este proceso, la piel ya está lista para hacer con ella un bolso, unas babuchas o lo que sea.

Las curtidurías en todo su esplendor.

Niño trabajando en las curtidurías.

Después de dar un par de vueltas,  hemos dado con unos tíos con pinta de turistas que nos han puesto en manos de una señora coja, y ella nos ha llevado a una de estas cooperativas de curtidores. Tienen un balcón sobre las tinajas y, allí asomados, hemos visto trabajar a los hombres. El olor es un poco asqueroso, pero menos de lo que pensaba después de leer las advertencias de otros viajeros. A la entrada nos han dado unas ramitas de menta para ponerlas en la nariz y mitigar el mal olor.

Señores con mierda hasta las rodillas.

Las curtidurías.

Alucino pensando en el trabajo tan duro que hacen esos hombres, que se pasan el día metidos hasta la rodilla en, literalmente, pozos de mierda para teñir las pieles. Ahora, el resultado es espectacular. No había visto un cuero con colores tan vivos en la vida: amarillo, rojo, azul turquesa, morado, naranja… me he enamorado de los bolsos y de los pufs, pero no he comprado nada. Al menos me he quedado con la tarjeta del sitio y con el teléfono de Mohamed, nuestro guía-comercial, por si puedo encargarle algo más adelante.

Bolsos, bolsos, bolsos…

Después de esta visita, la señora coja que nos había guiado al principio nos ha llevado a una  (otra) cooperativa femenina de aceite de argán, que es un producto típico de Marruecos, aunque más bien de la zona de la costa oeste. Allí, otra señora llamada Taouef  nos ha soltado todo el rollo sobre su elaboración, etc etc. Es interesante, pero como aquí no hacen nada gratis, al final nos han colocado una botella de aceite que no sé yo si será de argán o de colza. qué se le va a hacer. Lo que no entiendo muy bien es por qué la señora coja se ha ofendido tanto cuando le he dado una propina. Me la ha tirado al suelo y se ha ido. Quizá le pareció poco.

Taouef y la señora que machaca almendras.

Machacando almendras para hacer el aceite de argán.

Durante nuestra ruta hemos pasado por delante de lugares como  la mezquita y universidad de Al Karaouine, la más importante de Fez y cuya biblioteca llegó a tener en 1316 mas de 320.000 manuscritos. Es complicado distinguirla porque se ha construido tanto y tan pegado a ella dentro de la propia medina, que pasa desapercibida. También nos hemos topado con el mausoleo de Mulay Idriss, rey de Marruecos entre los años 808 y 827 y fundador de la ciudad. Este es el sitio más sagrado de la medina, aquí vienen a rezar musulmanes de todo el país y por eso está abierto 24 horas todos los días del año.

Viejito sonriente en su tienda.

Viejitos de Fez a las puertas de la mezquita.

Todo lo hemos visto desde la puerta porque, para variar, los no musulmanes tienen prohibido el acceso. Es más, todas las calles que rodean este mausoleo se conocen como el barrio sagrado, que se encuentra delimitado por unas barras de madera horizontales situadas a la altura del cuello en las puertas que dan acceso este distrito. Ahora ya no es así, pero antes servían para evitar que los cristianos, judíos y los burros entraran en esta zona.

El niño de la caja de galletas.

Frutería ambulante.

Yo lo tengo decidido. cuando vuelva a Fez me camuflo bajo un kaftán y un velo que solo deje los ojos  a la vista y me cuelo de incógnito. Si alguien me dice algo respondo con un allah u akbar (Alá es grande, lo primero que he aprendido a decir aquí) y listo. Me muero por ver cómo son esas mezquitas por dentro y me fastidia no poder entrar. En Asia, en los Balcanes y en el resto de Europa he podido ver todas las iglesias, mezquitas y templos budistas que me ha dado la gana. No sé por qué aquí no.

Se durmió vendiendo velas en la puerta de la mezquita.

La mezquita a los extremos y el mausoleo de Mulay Idriss en el medio. Todo prohibidísimo para el no musulmán.

Después de la oración.

Y antes de la oración, que hay que descalzarse.

Lo que sí he podido conocer a base de bien son los trabajos de los artesanos de las bodas. Casarse en Marruecos es un follón, las bodas duran varios días y hay toda una industria en torno a estas celebraciones. Durante nuestra ruta hemos topado con unos carpinteros que estaban terminando de decorar un trono pintado en oro y plata que se usa tradicionalmente para sentar a los novios. Se alquilan por unos 1.000 euros para todos los días que dura la fiesta y se tarda unos 20 días en construir uno. Y este ha sido uno de mis momentos chispas: ¡me han ofrecido matrimonio por primera vez desde que llegué! Yo pensaba que era coña eso de «te cambio a tu esposa por 20 camellos». Y no se lo han dicho así a Tirso, pero uno de los artesanos me ha dejado caer que si andaba buscando marido, ¡él era una opción nada despreciable!.

¡La medina es una locura!

En la medina de Fez todo cabe: señores que piden tu mano, señores que hacen música con unos platos de latón y que llevan un gorro con un cordel que da vueltas cuando mueven la cabeza, burros, motos… es una locura. Cuando por fin hemos conseguido llegar al final de nuestra ruta, al otro extremo de la medina, estábamos exhaustos. Y ahora nos toca el camino de vuelta…

Una de las 9.000 calles de la medina.

Durante la vuelta hemos atravesado más y más calles, nos quieren vender de todos, nos quieren llevar a todas partes… pero ya estamos haciéndonos expertos en esquivar cazaturistas. Hemos determinado un modelo básico de conversación que se repite invariablemente cada vez que un marroquí se te acerca. La conversación fluye de la siguiente manera:

Marroquí: Hola amigos! habla español? inglés? francés?

Tú: Español

Marroquí: Muy bien! España! de Dónde?

Tú: Madrid y Santander (o el sitio que sea)

Marroquí: Ah! Madrid! Viva Real Madrid!

Tú: …

Marroquí: Primera vez a Marruecos?

Tú: Sí (o no, les da lo mismo)

Marroquí: Bienvenidos a Marruecos!

Tú: Gracias

Marroquí: Quiere comer/ hotel/ taxi/ hachís/ museo/ [inserta aquí cualquier cosa que se te ocurra]

Tú: No, gracias

Marroquí: No quiere seguro? Solo mirar! Solo mirar!

 

Y aquí es cuando, o te zafas de una vez por todas, o acabas en un hotel al que no pensabas ir, un restaurante donde querías comer o comprándote una alfombra que no te hacía ninguna falta. Consejo; no vayas de listo diciendo que eres de un país extraño con la esperanza de pegarles un corte porque SEGURO que saben la lengua y al final quedas tú mal.

Ese señor estaba diciendo algo a la chica, pero ella pasó olímpicamente.

Nos despedimos de la medina de Fez echando un vistazo a la plaza Seffarine, que es donde se concentra uno de los gremios más antiguos de Fez, el de los caldereros. En las escalinatas y tiendas aledañas siempre hay un puñado de artesanos tallando en cobre rojo ollas, bandejas, teteras, marcos para espejos y demás menaje rústico para el hogar.

Seffarine en hora de trabajo.

En la plaza de los caldereros.

Nuestras últimas horas en Fez  las hemos empleado en recoger los bártulos del hotel y llegar a la estación de autobuses, desde donde tenemos pensado coger un autobús nocturno que nos lleve al desierto, aunque para eso tengamos que meternos un viajecito de nueve horas. Vamos a morir. Lo del taxi del hotel a la estación ha sido toda una aventura, algo le pasaba que todos los coches nos iban pitando y señalando, parece ser que algo iba mal con en el tubo de escape . Y echábamos un humo negrísimo, para mi que al pobre taxista se le estaba quemando algo, pero el tío nos ha llevado a la estación como un clavo. Pobrecito.

Antes de abandonar la ciudad hemos descubierto dos asuntos muy graciosos. Uno es un bar clandestino dentro de un supermercado polvoriento al que habíamos entrado para comprar algo de cenar. Resulta que en el fondo del local había una puertecita semi abierta, y dentro he visto a unos veinte hombres rodeados de estanterías repletas de bebidas alcohólicas. ¡Estaban poniéndose finos los amigos! Lo otro ha sido constatar lo fans que son aquí del Barcelona. Están jugando contra el Dortmund y los bares se ven igual de atestados o más que en España. Lo viven a muerte.

Y con esto y un bizcocho, ¡me subo en el bus para irme al desierto!

Pincha aquí para ver más fotos.

 

GASTOS

Habitación doble en el hotel Dalila et Rania: 50 DH por persona

Desayuno: 30 DH

Almuerzo en restaurante de Bab Bou Jeloud: 75 DH (menú con primero, segundo y postre + bebida + té a la menta)

Taxi desde el hotel hasta la estación de autobuses Supratour: 15 DH

Cena: bocatas, agua y patatas fritas para llevar en el bus: 88 DH

Mapa de Fez: 20 DH

Botella de aceite de argán fake: 40 DH

Billete de autobús Fez – Merzouga Supratours: 150 DH

*El cambio es de 1 EURO = 11 DH

**Todos los precios que pongo son por persona, si es algo conjunto lo indico y lo divido para que salga el total de lo que yo pagué.

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