El día que me convertí en profe

Como prometí, voy a contar lo que me sucedió uno de los días que estuve en Tuk Tuk.

Me encontraba dando un paseo matutino por el pueblo, mirando tiendas, restaurantes y las preciosas vistas del lago. Por el camino me topé con Emppu, el chico finlandés del que ya he hablado. Estaba buscando alojamiento barato, así que, con mi experiencia de un día, decidí echarle una mano. Aún no habíamos encontrado nada de su satisfacción cuando nos abordó un grupo de niños de unos catorce años con cuadernos y una sonrisa de oreja a oreja. Tras sus “Hello Mister” y “Hello Miss”  nos preguntaron si podían hacernos una encuesta, un ejercicio del colegio, al parecer. Cada uno comenzaba una conversación en inglés, haciendo preguntas sobre nosotros, sobre nuestro país, lo que nos gustaba de Tuk Tuk…

Emppu, mi amigo finlandés, haciendo una encuesta.

Tras unos cinco minutos hablando con cada uno, nos pasaron cuestionario en el que debíamos poner nuestro nombre, comentar la fluidez de los chiquillos y escribir sobre el tema de conversación. Resulta que estaban haciendo un curso de ingles en Tuk Tuk, algo así como una especie de campamento educativo. Una vez terminadas las encuestas nos propusieron ir a conocer a sus profesores y puesto que no teníamos nada más que hacer, decidimos dejarnos secuestrar.

Al principio les dábamos mucho corte.

Los chavales nos llevaron a un hotel donde nos esperaban los profesores. Nos explicaron la dinámica del curso y  la importancia que tiene aprender inglés para la gente joven de Indonesia.

Una de las maestras nos habló acerca de un ejercicio que querían llevar a cabo y nos pidió colaboración. Estábamos tan a gusto entre los chavales que no pudimos negarnos.

Alumnos del curso de inglés.

Y aquí es donde empieza una nueva experiencia extraña.

La profesora colocó unas sillas y una mesa, a modo de jurado de ‘Tú sí que vales’, nos dio unas carpetas en las que figuraban los nombres de los alumnos, una casilla para comentar la fluidez de conversación y otra donde debíamos puntuar a cada uno.

La vergüenza hacía a las chicas partirse de risa todo el tiempo.

La chica de la izquierda es la profesora del grupo. Parece igual de joven que sus alumnas.

Así, en un momento, pasamos de ser turistas guiris a ser profesores, o peor, examinadores de inglés, y digo peor no por nosotros, sino por los alumnos, que estaban realmente nerviosos.

Llamábamos por el nombre a cada uno de ellos y se ponían en pie delante de nosotros, donde nos daban un discurso acerca de la educación. Al terminar, nosotros les hacíamos una pregunta que ellos intentaban responder con la mejor pronunciación y fluidez de la que eran capaces. La verdad es que todos ellos nos sorprendieron ya que tan solo llevaban cinco meses aprendiendo inglés y lo hicieron francamente bien.

Alumnas bien majas.

Algunos de ellos, la mayoría niñas, no pudieron evitar la tensión y acabaron llorando,  mientras que otros tan solo sonreían nerviosamente y se quedaban en blanco. La verdad es que me daban penuca porque me recordaban a mis tiempos de estudiante de Primaria, cuando me sacaban a la pizarra en clase de mates y yo me ponía tan nerviosa que no me salían ni las sumas.

Una niña mira a cámara con timidez. Estaba estudiando.

Al final del ejercicio, y ya con todos más relajados, los profesores nos insistieron en que comiéramos allí. Nos invitaron a un menú colegial de arroz con verduras y pollo sobre una hoja de plátano que hacía las veces de plato. Lo comimos como pudimos, al estilo indonesio, es decir, con las manos. Estaba buenísimo y de veras lo disfruté, ya casi no me da asquete comer de esta manera. Lo que sí me dejó un poco a cuadros es que las profesoras usaban su larga melena negra para limpiarse la boca. Costumbres locales, digo yo…

Emppu y sus fans.

Nos hicieron fotos como si no hubiera un mañana.

Tras un ratillo más hablando con los chavales y haciéndonos miles de fotos con ellos, nos despedimos sintiéndonos estrellas de Hollywood. Guardo esta experiencia con mucho cariño; pasamos una mañana con unos niños adorables, simpáticos y cariñosos que no se me irán de la memoria jamás.

Servidora, con algunas alumnas.

Emppu y yo con los estudiantes. ¡Gran día!

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