Budapest: dónde dormir, cómo moverse y cómo NO alimentarse

Moverse, alimentarse y albergarse en cualquier ciudad o pueblo a la que viajemos. Eso es lo primero por lo que uno se preocupa, bien antes de salir de casa, o bien cuando ya está en el lugar de destino. He aquí algunas impresiones sobre Budapest, una ciudad que me ha parecido en general muy cómoda y asequible. Quizá lo más caro sea el transporte público, pero hay trucos para ahorrar. No he visto todos los posibles alojamientos que hay en la ciudad, faltaría más, pero sí puedo decir que mi búsqueda a través de Internet fue muy sencilla porque en poco tiempo me encontré con una oferta buena y barata. Y la comida… Esa es mi asignatura pendiente, he de reconocerlo, pero al menos puedo ilustrar a quien le interese sobre qué NO hacer en Budapest.

Cansado.

*Moverse

El transporte en Budapest es sencillo y práctico, aunque un poco más caro de lo que yo esperaba. Si uno elige bien el tipo de billete en función de sus necesidades, puede ahorrar bastante dinero. En la capital hay autobús, metro, tranvía, taxi y trolebús (aunque éste yo no lo vi). También hay varios tipos de billetes: se puede tirar de sencillo, que cuesta un euros al cambio, de bono de 10 viajes, que cuesta 10 euros y me resulta lo más caro de todo, y también se puede adquirir un bono de viajes por uno, tres o 10 días. Esto, creo, es lo más práctico.

Trenecitos antediluvianos.

En mi caso, adquirí uno de un día por poco más de cinco euros. Con uno de estos puedes coger todos los transportes que quieras durante el periodo que elijas. Yo lo compré en el mismo Aeropuerto de Ferihegy, que está a 16 kilómetros de la ciudad. Lo compré en la oficina de Correos de la terminal, pero se pueden adquirir en estancos, estaciones de metro o en kioskos de prensa. Con éste ya pude coger un autobús -el 200E-  que me dejó en Köbánya-Kispest, primera parada de la línea 3 de metro (azul). Desde ahí, es sencillísimo: solo hay que coger el metro y bajarse en la estación que uno quiera. He de decir que hay que fijarse, cuando uno se apea en Ferihegy, de la terminal en la que está, ya que hay dos. La 1 es utilizada sobre todo por líneas de bajo coste, y desde ahí se coge fácilmente el 200E. En la terminal 2 puedes coger también este autobús o por el contrario tomar un tren que te deja en el centro de la ciudad, en la Western Railway Station, pero este hay que pagarlo aparte, no vale el abono diario. Ambos tardan unos 25 minutos. Por supuesto, también se puede tomar un taxi, que cuesta entre 12 y 18 euros.

El interior del metro, de camino al centro de la ciudad.

Una vez en la ciudad, todos los trayectos que hice fueron en el metro, que tiene vagones y estaciones muy bonitas y antiguas. Me encanta porque está iluminado con una luz amarillenta muy tenue y los vagones son antediluvianos, te transportan a antes de la II Guerra Mundial. El tranvía también es una buena apuesta, se puede ir viendo la ciudad todo el tiempo.

¿Esto es cirílico?

Vagones retro, muy bonitos.

El autobús solo lo usé en una ocasión, para llegar a lo alto de Buda. La otra opción era subir en el funicular, construido en 1.870 y muy vintage, precioso, pero cuesta casi tres euros.

El lindísimo a la par que carísimo funicular

Consejo uno: prohibido colarse. Durante mis paseos en transporte público, me topé con muchos revisores a la caza del turista listillo, y en al menos tres ocasiones me pidieron el billete. Las multas por no llevarlo oscilan entre los 20 y los 80 euros, así que más vale gastarse 5 o 1o en un abono y estar tranquilo. He de confesar que yo me colé en el tranvía en una ocasión, pero fue porque a) intenté sacar un billete sencillo en la máquina de la parada y esta se tragó las monedas y b) porque solo eran un par de paradas (iba muy cansada). Fui muy nerviosa todo el trayecto, no merece la pena :/

Consejo dos: ¡cuidado con las escaleras mecánicas!. Van mucho más rápido que en cualquier otra red de Metro que yo haya utilizado. Si no te agarras bien a la barandilla corres el riesgo de morir.

*Alojarse

El edificio del hostal, también muy evocador…

Como en todas partes, hay muchos hostales, hoteles, albergues y alojamientos de toda clase. No suelo recomendar alojamientos en este blog salvo que me hayan sorprendido muy gratamente. El Aventura Hostel es el caso. Se trata de un pequeño negocio regentado por Esther, una chica muy simpática. Está situado muy cerca de la Western Railway Station, diría que a menos de diez minutos caminando, y muy bien comunicado por tranvía y metro, que tienen parada en la misma estación. Si se quiere ir caminando hacia el centro, en 20 minutos estás frente al Parlamento.

En la cama de la esquina he dormido yo. La de debajo de la ventana ya no está, ahora queda más espacio.

El hostal es pequeñito: tiene una habitación doble y cuatro compartidas de entre seis y ocho camas, y cada una de ellas está inspirada en un país o cultura diferente. Me incliné por él porque estaba en el puesto 69 de 333 hoteles de Tripadvisor, web de la que me fío bastante. Yo escogí la habitación India, a las fotos me remito. Me gustó que era barato (15 euros la noche con desayuno incluido), que estaba MUY LIMPIO, sobre todo el baño, que hay wifi (fundamental) y que bajo cada cama hay un enorme arcón con candado para guardar todo lo que necesites y quedarte tranquilo. El desayuno fue sencillo pero copioso: dos bollos de pan recién hecho con toda clase de untables, amén de leche, té o café, lo que uno prefiera. Todo primorosamente preparado por Esther. Estuve muy a gusto y tengo claro que cuando regrese a Budapest, me alojaré allí de nuevo.

El primoroso desayuno de Esther, culpable de que ya no tuviera hambre en todo el día.

*Alimentarse

Sobre este punto no puedo aportar gran cosa, se me dio rematadamente mal encontrar buenos sitios para comer, pero cuento mi experiencia por si a alguien le sirve saber qué NO hacer en Budapest. Creo que el lugar más indicado para probar la comida húngara es el Mercado Central. En su planta superior hay algunos puestos donde reunen tanto locales como turistas para probar alimentos típicos como el gulash, las salchichas y varios platos de cuchara que no supe identificar. No probé nada, estaba llena por el desayuno que me habían cascado en el hostal, pero a juzgar por la pinta, el olor y la cantidad de gente comiendo a dos carrillos con total despreocupación por las calorías, la comida debe merecer la pena.

La suculenta comida húngara del Mercado Central

Mi primer día en Budapest comí unas quesadillas con guacamole que no estaban mal pero tampoco eran para tirar cohetes. Eso me pasa por ir a sitios de turistas, pero es que estaba cansada y hambrienta y me valía casi cualquier cosa. La cena de ese día fue sustancialmente mejor, en un italiano cercano al Parlamento donde tomé un plato de ensalada de pasta con pollo y verduras braseadas. Pagué siete euros por eso y una botella de agua.

Las quesadillas con guacamole. Pintaza, eh?

El platazo de ensalada de pasta del italiano. Suculento.

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