Desaprendiendo Madrid: secretos de la Plaza de Oriente

El año pasado por estas fechas tenía lugar mi segunda salida fotográfica dentro del máster de periodismo que estaba cursando. El ejercicio consistía en ir a un lugar emblemático de Madrid y hacer un reportaje que se entendiera sin necesidad de texto. El enclave elegido por mi profesor fue la Plaza de Oriente. «Vaya peñazo», pensé yo al enterarme. Como buena madrileña del barrio de Las Vistillas, viví gran parte de mi infancia y adolescencia en este lugar. Durante mi juventud, también he caminado por allí mil y una veces, bien fuera porque tenía visitas y les hacía la ruta turística habitual o, simplemente, porque me pillaba de paso para ir a otro sitio. En resumen: que no tenía para mí ningún misterio.

Al fondo, la carroza.

 

La ciclista sorprendida.

El día elegido amaneció soleado y cálido. Para ser febrero, se estaba muy bien en la calle. Y ¡oh sorpresa! No solo era el astro rey el que nos acompañaba esa mañana. Según llegamos mis compañeros y servidora, nos encontramos con que era el día del cambio de guardia. Ya conocía estos desfiles pero, a decir verdad, hacía muchísimo que no me topaba con uno. Según indagué después, resulta que el cambio de la Guardia Real se lleva a cabo todos los primeros miércoles de cada mes si el tiempo lo permite.

Hombres y mujeres forman el cuerpo de la Guardia Real.

Para quien no lo haya visto nunca, es algo muy bonito y vistoso. Unos 429 soldados y 105 jinetes marchan ordenadamente frente al Palacio Real para relevarse. Hay alabarderos, lanceros, caballos preciosísimos, compañías de fusiles… Son hombres y mujeres que al ritmo marcial de tambores y flautines siguen las órdenes voceadas por sus superiores. Sus uniformes son los mismos que se estilaban en la época de los reyes Alfonso XII y Alfonso XIII, al igual que las corazas plateadas, que este día brillaban al sol perfectamente bruñidas.

Los uniformes y libreas, como los del siglo XIX.

Amén de este espectáculo militar, vimos algo todavía menos frecuente: la entrega de cartas credenciales. Es una de las tradiciones más arraigadas de la vida política de nuestro país, y se realiza cuando el nuevo embajador de un país presenta al Rey Juan Carlos I los documentos que acreditan que él es el nuevo representante de su nación. Este día, recibió las de Japón, Eslovenia, Libia, Moldova, Perú y Botsuana, según averigüé después.

Caballería e infantería protagonizan el cambio de guardia.

Investigando un poco más, descubrí que en Madrid hay visitas guiadas para asistir al cambio de guardia con un experto que comenta la jugada.  Cuestan 5, 90 euros a pie y 6,90 en bicicleta. Si eres japonés, puede ser útil, pero yo creo que uno solo puede enterarse muy bien del asunto.

Buscavidas de la Plaza.

 

Turistas, vecinos, empleados… la Plaza está llena.

El resto de la mañana fue entretenida. Hicimos muchas fotos, no solo de soldados sino también de la vida rutinaria de la plaza. Hay muchos artistas callejeros, sobre todo músicos, y muchos vecinos que eligen este lugar para leer el periódico o sacar al perro. Las enormes estatuas de los reyes españoles siguen como siempre, tan solemnes, mirando hacia Palacio. En realidad, este es un buen sitio para empezar a descubrir Madrid si eres nuevo en la ciudad.

Una Plaza que da para mucho.

Como contar la vida y milagros de este sitio sería un poco aburrido, simplemente me voy a limitar a enumerar algunas curiosidades que seguro sorprenden a más de uno:

  • Además de alojar el Palacio Real, el Teatro Real y el Real Monasterio de la Encarnación, aquí vive una estatua muy especial: la del rey Felipe IV, del siglo XVII y obra de Pietro Tacca. Se la considera la primera estatua ecuestre del mundo sujetada únicamente por las patas traseras del caballo.

El caballo, el primero esculpido a dos patas.

  • Los mentideros dicen que el nombre de Plaza de Oriente pudo ser cosa de José Bonaparte (Pepe Botella le llamaban), que fue uno de los principales impulsores de la construcción de la plaza tal y como se conoce ahora. Pertenecía a la masonería y obedecía a la logia Gran Oriente de Francia, por lo que pudo ponerle este nombre en honor a su orden.

El Teatro Real, a la derecha.

  • La plaza no ha estado siempre así de despejada. Hasta los años noventa, el Palacio estaba separado del resto por una calle de dos carriles por la que circulaban coches en los dos sentidos. El alcalde Álvarez del Manzano fue quien decidió hacerla peatonal y soterrar el paso. Mis hermanos y yo, que vivíamos al otro lado del viaducto e íbamos al cole en Moncloa, nos chupamos varios años de obras en los que era un auténtico infierno atravesar esa zona, se formaban unos atascos infinitos. Al menos, la reforma mereció la pena.

Esta plaza antes no estaba así de despejada.

  • Las estatuas de los reyes españoles pertenecen a cinco godos y a los 15 primeros monarcas del cristianismo. Inicialmente iban a ser colocados en la cornisa superior del Palacio, pero al final no se hizo así porque había riesgos de que no aguantasen. La leyenda dice que la reina Isabel de Farnesio soñó que se caían las estatuas y por eso no se subieron.

Un rey mirando a su palacio.

Fe de erratas: El 27 de marzo de 2019 corregí esta entrada gracias a las aportaciones de una lectora: cambié Carlos IV por Felipe IV y Bárbara de Braganza por Isabel de Farnesio. Pido disculpas por los errores.

2 respuestas a «Desaprendiendo Madrid: secretos de la Plaza de Oriente»

  1. Isabel

    Hola! ¡Muy bonitas fotos! Como guía de Madrid, quería dejarte un par de correcciones para que las tengas en cuenta, ya que hay dos errores de información. La estatua ecuestre es un retrato de Felipe IV y la reina que soñó que se caían las estatuas era Isabel de Farnesio, esposa de Felipe V, no Isabel de Braganza (esposa de Fernando VII, muy posterior).

    Un saludo y enhorabuena por tu trabajo.

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    • Lola Hierro Autor de la entrada

      HOla isabel, muchas gracias por tus correcciones. Hace muchísimo tiempo que escribí esta entrada y no recuerdo ya cómo obtuve la información. O igual siemplemente me despisté, porque Carlos IV no había nacido en el siglo XVII así que dificilmente podía ser él! Y lo mismo com Isabel de Farnesio, como bien dices. En fin… la cabeza. ¡Un abrazo fuerte!

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