Semana Santa: Cosas que no cambian nunca

Viernes Santo. Santander. ¿Estamos en 1950 o en 2012? No iba a una procesión de Pascua desde los once o doce años, es decir, casi dos décadas. No he encontrado nada diferente a cómo yo las recordaba. Tan solo me faltó algún paisano cantando saetas desde su balcón, tal y como lo hacían en el pueblo de mis abuelos paternos, en Toledo.

Pero lo demás sigue igual: tronos, cristos, vírgenes, platas, flores, nazarenos con sus capirotes -sobre todo morados y negros- penitencia, pies descalzos, señoras con mantilla, olor a incienso, curas solemnes, costaleros sufriendo, crucifijos, niños aburridos…

Esta niña se frota los ojos por el sueño, minutos antes de la procesión. / © L. H.

Un sacerdote escoltado por dos nazarenos. / © Lola Hierro.

Un nazareno abre la comitiva. / © Lola Hierro.

Las ancianas con mantilla nunca faltan en un paso. / © Lola Hierro.

Pies descalzos, tatuados según la moda de los nuevos tiempos. / © Lola Hierro.

Esperando la salida. / © Lola Hierro.

Filas interminables. / © Lola Hierro.

La pesada carga de la penitencia. / © Lola Hierro.

El incienso, que no falte. / © Lola Hierro.

Una niña observa una procesión. / © Lola Hierro.

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