Los cementerios de Bosnia

Yo me di cuenta de las dimensiones de la catástrofe cuando le dije a un taxista que me llevara al cementerio. ¿A cuál? me preguntó. Y ahí quedé yo como una guiri estúpida e ignorante. Porque sólo en Sarajevo debe haber más de 20 necrópolis, y me atrevería a decir que más de 50 también. Si miras hacia las montañas que rodean la ciudad, ves pequeñas manchas blancas que se extienden a lo largo y ancho de las laderas. ¿Qué son? Cementerios. Están en medio de las ciudades, entre las casas, junto a las cafeterías… Donde podría haber un parque con una fuente, hay una pequeña parcela que aloja quizá 50 o 100 blancas lápidas de forma rectangular, acabadas en punta, como mirando al cielo, con inscripciones árabes. Así son los cementerios musulmanes en Bosnia, son parte del mobiliario urbano, son parte de la realidad y de la cotidianidad de quienes viven tanto en ciudades grandes como Sarajevo como en pueblos olvidados.

También en árabe. / © Lola Hierro.

La situación más singular se dio en Mostar, donde encontré uno en pleno centro de la ciudad en el que un grupo de niñas jugaba y recogía flores como si del sitio más normal del mundo se tratase. Y por las carreteras también. En nuestro periplo Sarajevo-Dubrovnik vimos por el camino, desde la ventanilla del coche, cientos y cientos de cementerios, la mayoría musulmanes aunque también alguno cristiano. En el borde de la carretera, junto a una mezquita, entre las casas de un pueblo perdido… Resultaron incontables.

Flores secas. Solos y olvidados. / © Lola Hierro.

Todas las lápidas tienen la fecha de muerte en los 90. / © Lola Hierro.

¿Lo más impresionante? Que todas las lápidas tienen en común la fecha del fallecimiento: 1992, 1993, 1994… La serie de fotos que he sacado lo testimonian. Con ellas no he querido hacer algo bonito y estético, no. No es guay ir a un cementerio en Bosnia, no es como ir al Pére Lachaise de París y entretenerte buscando la tumba de Jim Morrison. Estos no dan miedo, no son tenebrosos como los que conozco en éste nuestro país, pero infunden respeto y recogimiento y mucho examen de conciencia.

Algunas lápidas se caen. / © Lola Hierro

Por todas partes. / © Lola Hierro.

En mi caso, llegué a sentirme muy concentrada y en paz mientras hacía las fotos. Pero nunca conseguí que se me fuera de la cabeza la gravedad del asunto. Como digo, estas imágenes no son para fardar de cámara, de estilazo, de técnica, etc… Sirvan solamente como pequeño homenaje y recordatorio a unas de tantas víctimas inocentes de esta guerra y de cualquiera de las otras que se han llevado tantas vidas inocentes por delante. Y sirva también como denuncia y auto crítica a una sociedad que un día puso a esta gente en las portadas de los periódicos y clamaba por su defensa y que cuatro días más tarde les olvidó. Hoy todos descansan, olvidados, bajo las manchas blancas que se ven por cualquier ciudad de los Balcanes.

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