Bosnia, una «chapuza» 20 años después

Este mes de abril de 2012 se han cumplido 20 años del inicio de la guerra de Bosnia. Cuando acabó, en 1995, el conflicto había  dejado 100.000 muertos y dos millones de desplazados en un país de cuatro millones de habitantes. Los acuerdos de Dayton firmados en ese mismo año pusieron el final teórico, pero en la práctica, el país está desmembrado y sumido en la inoperancia. Bosnia y Herzegovina se convirtió en una república federal formada por dos entidades:  la Federación de Bosnia y Herzegovina (con población croata y bosnio-musulmana) y la República Srpska (fundamentalmente serbia), cuya capital es Banja Luka. Estano fue subdividida en cantones y por tanto funciona un poco mejor.

Con motivo del 20 aniversario del inicio de la guerra, el diario EL PAIS organizó un debate en el Círculo de Bellas Artes de Madrid para analizar las consecuencias del conflicto. Sus ponentes fueron cuatro periodistas que cubrieron la guerra como enviados especiales: Gervasio Sánchez (El Heraldo de Aragón), Maite Rico (EL PAÍS), José Luis Márquez (TVE1) y Alberto Sotillo (ABC).

Bosnia ha sido olvidada en la comunidad internacional, y lo estuvo mientras duró el horror de la guerra. «Murió en la más absoluta indiferencia política, diplomática e intelectual», denunció Gervasio Sánchez,  que también es Premio Nacional de Fotografía,  nada más comenzar la charla.

«Los políticos se montaban su película de odios inmemoriales para decir que aquello no tenía remedio». Sánchez acusó a los dirigentes internacionales de que utilizaron el conflicto para justificar el derecho de injerencia humanitaria que se aplicó después a otros conflictos».

Pintada en una calle de Sarajevo. Marzo 2010. / © Lola Hierro.

 Desconocimiento

Alberto Sotillo advirtió del desconocimiento de la realidad del país por parte de las élites políticas y diplomáticas, que «se veía la desinformación de quienes tomaban las decisiones». «Los políticos se montaban su película de odios inmemoriales para decir que aquello no tenía remedio». Sánchez acusó a los dirigentes internacionales de que utilizaron el conflicto para justificar el derecho de injerencia humanitaria que se aplicó después a otros conflictos». Gervasio Sánchez fue más allá: «Javier Solana hizo su carrera política gracias al conflicto», añadió.

Frente a ello, los cuatro periodistas estuvieron de acuerdo en que la cobertura por parte de los medios fue muy comprometida y moralista: se contó y se contó bien lo que estaba pasando. Pero esto, al parecer, no o basto para que se pusiera fin a la masacre. El punto álgido de esta barbarie ocurría entre el 13 y el 22 de julio de 1995, cuando en Srebrenica las tropas serbo bosnias asesinaron a 8.000 varones musulmanes. Los cascos azules holandeses, que estaban  muy cerca, no intervinieron. «Los responsables estaban en Bruselas y Sarajevo», opinó Gervasio Sánchez, pero no se envió ningún apoyo militar » a tiempo para evitar ese genocidio».

El problema de Bosnia es que es un país donde se ha hecho una chapuza, está dividido en estas dos entidades, a su vez divididas en muchos cantones. En la práctica no tienen nada en común, no se coordinan entre sí para avanzar hacia ninguna parte. «Es un caos institucional», explicaba Maite Rico.

Y además está el problema étnico, un problema que siempre estuvo ahí  pero que no se hizo tangible hasta la guerra. «En Bosnia se sabía que el país era frágil, pero en la vida cotidiana no se sentía que el conflicto pudiera saltar así, no por motivos étnicos. Un 30% de los matrimonios eran mixtos«, recordaba Rico.

Ahora, en una ciudad tan multiétnica con lo fue Mostar, serbios y croatas viven en paralelo: «tienen sus propias redes telefónicas, escuelas diferentes… Así no se puede aspirar a una buena convivencia» puntualizó la reportera. «Las huellas de la guerra no se han cerrado, ni se cerrarán en mucho tiempo».

Lápida de un cementerio musulmán. Marzo 2010. / © Lola Hierro.

La libertad de prensa en Bosnia

Los cuatro corresponsales también comentaron algunos de sus recuerdos personales de la guerra, y todos coincidieron en que fue un conflicto que se cubrió con total libertad, ya que nadie te prohibía ir a ninguna parte. «Por eso es la guerra donde mas periodistas murieron«, señaló José Luis Márquez. «Mi experiencia es que Bosnia ha sido un sitio donde nos hemos podido mover con el 99% de libertad. Hacíamos donde queríamos, nos reuníamos donde nos apetecía y hacíamos las imágenes que queríamos».

También fue la más cruda:  «Me parecía extrañísimo que estuviera pasando lo que pasaba en el centro de Europa. En otras guerras acababas de trabajar y te ibas al hotel a comer, darte una ducha, relajarte un poco… En Sarajevo no. Los hoteles no tenían ventanas, ni paredes muchas veces. No había donde hacer un paréntesis. Fui consciente por primera vez de lo que suponía pasar una guerra», recordó Márquez.

Esta piedra en el puente de Mostar recuerda el cruento 1993. / © Lola Hierro.

El futuro de Bosnia

Han pasado 20 años y no hay visos de encontrar una solución definitiva para Bosnia. Los culpables no fueron ajusticiados debidamente: muchos generales fallecieron de viejos sin haber rendido cuentas ante la Justicia, entre ellos el expresidente Slobodan Milosevic. , que según la versión oficial murió en su celda de un infarto en su celda antes de recibir su condena. Otros como Radovan Karadžić, ex presidente de la República Srpska y actualmente en juicio en La Haya junto a Mladic, entregado por Serbia como gesto de buena fe para entrar en la Unión Europea todavía esperan a que se inicie su juicio en el Tribunal de la Haya, que se iniciará el 14 de mayo.

En lo político, podría ayudar la entrada del país en la Unión Europea, pero eso es a todas luces imposible: La UE no está ahora mismo para recibir nuevos miembros con la tremenda crisis que sufre. Pero lo más importante no es eso, sino que, la estructura actual del país impide tal cosa. Aunque en diciembre de 2011 se acordara la formación de un Gobierno único para todo el país tras 15 meses de vacío institucional, esto no significa que vaya a desbloquearse la complicada administración del país. Además, tal y como recordó Alberto Sotillo,  “la Unión Europea está hecha sobre la base de estados-nación. Mientras Bosnia no lo sea, no tiene solución, Europa no va a poder hacer nada”, opinó.

En lo humano, las heridas son mayores. Veinte años después ya no es lo que era antes de la guerra. «Ha evolucionado hacia la paz sin ayuda de la comunidad europea, sigue habiendo crisis de identidad, que puede ser el caldo de cultivo de futuros conflictos. Los jóvenes no pueden mirar a Europa porque saben que no hay sitio para ellos», argumentó, pesimista, Gervasio Sánchez, quien también hizo hincapié en el «estrés post-traumático» de su población, del que nunca se habla. Con esto, el periodista puso el dedo en la llaga acerca de la poca atención, también por parte de la prensa, que se presta a las víctimas de las guerras una vez que ha pasado el conflicto bélico.

Alberto Sotillo destacó que toda Yugoslavia necesita realizar una catarsis y verdadero arrepentimiento para poder seguir adelante: «Necesita lágrimas, no de rabia sino de arrepentimiento», señaló. Para Maite Rico, es necesario «mantener la dignidad y la cordura de las víctimas», porque de su «desagravio» dependerá en parte el futuro de Bosnia.

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